'En Cataluña hay que dejar de quejarse y comenzar a trabajar'
Fotofobia es el ambiguo título del primer disco de Jordi Batiste, una ópera prima que llega tras más de tres décadas de dedicación intensa a la música y que demuestra, una vez más, que en estos momentos la verdadera renovación de la cançó no está en manos de hipotéticos jóvenes cantautores, sino en la energía inextinguible de algunos veteranos dispuestos a seguir remando a contracorriente con auténtica energía juvenil. Esta noche, Jordi Batiste presentará oficialmente este nuevo trabajo en el Espai de Dansa i Música de la Generalitat.
Decir que Fotofobia es el primer disco personal de Jordi Batiste (Barcelona, 1948) es una verdad indiscutible, pero no se ajusta plenamente a la realidad ya que el cantante y compositor barcelonés carga a sus espaldas con una de las historias con más peso específico de nuestro panorama musical. Su primer trabajo y, al mismo tiempo, su primer impacto en plena línea de flotación de la cultura musical catalana se remonta a 1964: Els Tres Tambors versionaban a Dylan traducido por Pere Quart. Después seguirían otros grupos clave para entender la evolución de nuestra música, tant en el campo del rock como el de la cançó: Màquina!, El Grup de Folk, Ia
'Es un disco con un contenido oscuro, pero creo que se nota que dentro hay mucha ilusión y ternura', explica Batiste. 'La línea principal es intentar plasmar la belleza de forma que sea audible por todo el mundo. Al ser un primer disco después de tantos años de trabajo, podía haber caído en el error del autohomenaje con muchas colaboraciones de lujo o así, pero he buscado todo lo contrario: se trata de un disco grabado en la intimidad, casi en secreto, buscando momentos de calma y relajación, durante la noche y en días muy diferentes, mirando de captar un momento de ternura o de buen rollo. Haciéndolo yo prácticamente todo, hasta la portada, e incluyendo las voces de mi mujer y de mis hijas'.
Jordi Batiste utiliza las palabras belleza y ternura con una naturalidad que sorprende en un entorno musical como el catalán, que parecer querer huir de términos parecidos. 'Aquí nos hemos pasado demasiados años quejándonos', afirma. 'Mi actitud es la opuesta: ilusión y ganas de hacer cosas. Es necesario dejar ya de quejarse sobre la falta de mercado, las subvenciones o las críticas y comenzar a trabajar. Este país es así, mezquino, y no podemos detenernos en esas tonterías. Las discográficas catalanas sólo piensan en encontrar otros Sopa de Cabra o Lax'n'Busto y no ven más allá. No se dan cuenta de que tendrían que ir por otro camino, buscar gente que se interesase por las cosas y experimentase, y no pensar sólo en hacer discos que puedan sonar en tal radio o en tal otra. Yo, por suerte, paso mucho de todas esas directrices: hago mi disco, estoy contento y sólo pretendo reflejar lo que soy en este momento. Y a esperar 20 años para que la gente vuelva a decir: 'Aquéllos sí eran discos buenos', como me ha sucedido otras veces'.
Ciertamente, algunos de los primeros discos de Jordi Batiste figuran entre los más mitificados de la música catalana. 'Da rabia comprobar que cuando, por ejemplo, publiqué con Ia el disco Chichonera's Cat se vendieron 300 ejemplares y no teníamos ni una actuación. Veinte años después todo el mundo hablaba de ese disco. Parece que, en un primer momento, a la gente le da miedo decir que una cosa es buena si no va firmada por alguien reconocido'.
Es un discurso que podría muy bien aplicarse al nacimiento, por ejemplo, de Màquina!, su banda de mediados de los años sesenta. 'En varias ocasiones me ha tocado ser un pionero, pero es necesario recordar que Màquina! tuvo un cierto reconocimiento', señala. 'Recuerdo muy bien aquel momento: tenía algo importante entre las manos y quería remover los cimientos de la cultura. Era una sensación transgresora, la necesidad de cambiar las cosas, que nunca me ha abandonado. Ese espíritu de transgresión es un tesoro que tengo y del que me siento orgulloso. No concibo la canción sin ese inconformismo y veo con cierta tristeza que la gente de 30 años no tiene esa filosofía. Lástima, porque las cosas las cambia la gente y no los políticos o el sistema'.
En el Espai, Batiste contará con su grupo habitual, es decir la violinista Simone Lambreghs, el guitarrista Francesc Bertran y el contrabajista Manel Vega.
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