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Reportaje:GESTIÓN Y FORMACIÓN

Una carrera contrarreloj

Los primeros directivos tienen cada vez menos tiempo para conseguir resultados

Amaya Iríbar

Los primeros directivos de las grandes empresas cotizadas viven una carrera contrarreloj. Cada vez tienen menos tiempo para demostrar su capacidad de gestionar la compañía. Un estudio reciente asegura que en Estados Unidos su margen apenas supera el año, una tendencia extrapolable sólo de forma parcial al continente europeo.

Jack Welch es probablemente el directivo más respetado del mundo. Llegó a General Electric en 1960, se convirtió en vicepresidente en 1972 y 11 meses después alcanzaba la cúspide de la compañía. Se convertía en su octavo presidente ejecutivo. En ese puesto ha permanecido hasta hace unos meses, cuando decidió dejar paso a un sucesor designado por él.

Ejemplos como éste son cada vez más improbables. Al menos en Estados Unidos. Los máximos responsables de las empresas son hoy mucho más vulnerables que hace unos años y tienen menos capacidad para aguantar en el puesto.

Los plazos se han acortado mucho en los últimos años. Si antes se juzgaba al primer directivo de una compañía por los resultados financieros de año en año, ahora se vigilan sus movimientos trimestre a trimestre.

Una encuesta de la consultora Burson-Marsteller concluye que los CEO estadounidenses tienen sólo 15 meses para demostrar que son capaces de llevar las riendas de la compañía. Cinco trimestres consecutivos. Si superan ese periodo sin cumplir expectativas -no necesariamente que la compañía sufra pérdidas, sino también que ésta registre un crecimiento menor del esperado o anunciado- pierden credibilidad, lo que tiene efectos directos en la valoración de la compañía.

Para estos ejecutivos el margen es estrecho, según el citado estudio: tienen de media ocho meses para desarrollar sus planes para la empresa, 19 para elevar el precio de las acciones y 21 para sanearla, según la encuesta realizada a 1.155 consejeros delegados, accionistas, analistas y altos funcionarios estadounidenses. Curiosamente son los analistas quienes más margen dan a los directivos (5,6 trimestres) frente a periodistas y funcionarios (4,4).

La presión que sufren los ejecutivos para cumplir con lo que el mercado les demanda es tremenda. Los altos directivos de la mitad de las grandes multinacionales estadounidenses llevan en el cargo menos de tres años, asegura la consultora especializada en búsqueda de altos directivos Russell Reynolds.

La recesión no hace sino avivar esta tendencia. El estudio anual con el que esta firma analiza la actitud de los grandes inversores institucionales de varios países subraya que, durante el año pasado, el 15% de estos accionistas de peso pidieron el cese de algún consejero delegado con el que no estaban satisfechos. Y sólo el mes pasado 80 presidentes abandonaron su cargo, según un análisis de la firma Challenger, Gray

La principal razón para pedir la renuncia de un consejero está ligada siempre a los resultados de la compañía. Unos números decepcionantes ponen al directivo en la puerta de salida. En los últimos años la imagen del directivo, su reputación, se ha convertido en un factor determinante.

Un fenómeno americano'La precariedad de estos directivos es un fenómeno muy americano y muy ligado a la Bolsa', precisa el profesor del IESE Santiago Álvarez de Mon. Según este experto, la presión de los mercados repercute en la gestión diaria de la compañía, eleva la tensión y puede dar lugar a una cierta 'esquizofrenia' dentro de la organización, empeñada en mejorar los resultados a corto plazo con el único objetivo de ganar tiempo.

El escrutinio al que se ven sometidos los máximos directivos estadounidenses no es extrapolable de forma automática a la realidad europea. Aquí la figura del presidente ejecutivo o consejero delegado 'aún está por hacer', si bien la tendencia 'es la misma', subraya el responsable europeo de Burson-Marsteller, Carlos Lareau.

El análisis de Burson-Marsteller subraya que la percepción que el mercado tiene de la compañía está directamente relacionada con la reputación de su CEO. Y éstos son cada vez más visibles, sobre todo desde que el boom tecnológico les convirtiera en objeto de atención mundial. No hay más que pensar en lo que significa Bill Gates para Microsoft. Ha sido portada de innumerables revistas, dentro y fuera de Estados Unidos, y es tan conocido como una estrella de rock.

Esa visibilidad y la tendencia a identificar a la empresa con su máximo directivo puede resultar peligrosa. Incluso cuando las cosas van bien. Por ejemplo a la hora de enfrentar la sucesión de un consejero delegado muy representativo.

El impacto que la imagen del directivo sobre su empresa se ha incrementado un 20% desde 1997, cuando la consultora de comunicación llevó a cabo su primer análisis sobre la percepción de los CEO en Estados Unidos. Los encuestados valoran hoy como la cualidad más importante en un primer directivo su credibilidad, que sea capaz de llevar a cabo sus promesas, por delante de su comportamiento ético; su capacidad para comunicar sus planes a los empleados y que resulte eficaz a la hora de atraer y retener a los mejores ejecutivos. Llama la atención que incrementar el valor de las acciones no esté entre las cualidades más citadas.

El ejemplo más reciente de la presión que viven estos máximos ejecutivos es otra cara conocida. Carly Fiorina, la presidenta ejecutiva de Hewlett-Packard está en la cuerda floja por su proyecto de fusión con Compaq. Llegó a la compañía en julio de 1999.

Jack Welch ha sido consejero delegado de General Electric.
Jack Welch ha sido consejero delegado de General Electric.REUTERS

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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