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Reportaje:

Teatro al norte de Almenara

El Reclam que organiza la Universidad Jaume I programa más de medio centenar de espectáculos en su novena edición

María Fabra

Hace tiempo que desaparecieron los cómicos de la legua. Murieron con la llegada de los proyectores de cine y de las copias de enésima generación que sobre una sábana blanca llevaban a recónditos lugares películas estrenadas mucho antes. Éstos también pasaron a la historia cuando se popularizaron los televisores y entonces el teatro se vio inmerso en una de sus eternas crisis, tal vez la misma crisis que le vio nacer y de la que nunca morirá. El pueblo, en sentido extenso y también entendido como pequeña concentración de vecinos, siempre se ha llevado bien con el teatro. García Lorca probó con Eduardo Ugarte y su Barraca a representar a los clásicos.

Hoy, en el fondo, laten las mismas pulsiones: hacer accesible la más directa de las bellas artes y olvidar prejuicios casposos sobre los preferencias estéticas de aquellos que no viven en las ciudades. El Reclam de la Universidad Jaume I de Castellón pretende precisamente eso, mostrar 'cosas' que, excepto en contadas ocasiones, no llegan por los habituales canales de programación. Sin la finalidad de 'llenar' como único objetivo, porque es fácil programar 'personajes de candelabro' que llenen las salas con un público 'virtual'. El Reclam prefiere la entrada 'por goteo', que es la que logra que el público permanezca y se convierta en aficionado. Así, esta 'mostra de teatre' ha confirmado, a lo largo de su breve pero intensa historia, lo que tantas veces ha sido probado en otros ámbitos, que la calidad es calidad, se mire por donde se mire; en ocasiones por encima del concejal de cultura de turno y por debajo del alcalde que escruta la incidencia de las representaciones sobre un electorado que quiere mantener tan políticamente correcto como sus ancestros.

La nueva edición de El Reclam cuenta con el mayor presupuesto de su historia, una posibilidad que, sin duda, se ha visto reflejada en la programación de este año, con más de medio centenar de espectáculos, que llegarán a la capital de La Plana, Benicàssim, Almassora, Benicarló, Segorbe, Morella, Vila-Real, Onda y Vilafranca y Vinaròs. Cada municipio decide su aportación, desde las 600.000 pesetas, en una inversión que repercute en el propio municipio, donde permanecen los ingresos por la venta de entradas. Y además, se lleva el teatro a la universidad, donde el público reacciona como el mejor.

Así, desde Shakespeare hasta Manolito Gafotas, pasando por la música de Pepín Tre y Jaume Sisa, la actuación de compañías y actores, El Reclam tampoco se olvida del público familiar, a sabiendas de que espectáculos de este tipo también 'crean público' y, por ello, sus organizadores recorren festivales como Teatralia o Feten para que a Castellón lleguen óperas con títeres o historias de pequeños hombrecitos. El Reclam reivindica su espacio como una muestra que no tiene nada que envidiar a las organizadas al sur de Almenara y que, sin embargo, no goza del apoyo directo del máximo órgano autonómico encargado de fomentar el teatro ni de la repercusión que le correspondería. Quizá por ello El Reclam puede incluir en su programación un espectáculo de variedades con música en directo, que se anuncia con una bandera republicana de más de seis metros, para reconstruir, tal como dice la propia compañía Laví e Bel, 'el esqueleto de este suculento dinosaurio', mezclado con parodias de Franco, Hitler y Mussolini. Quizá por ello. O quizá, únicamente, para que la realidad cultural de Castellón no acabe en sainete.

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