Cita en Doha

Durante una visita a París, el primer ministro chino, Zhou Enlai, fue interrogado en una conferencia de prensa acerca de las consecuencias de la Revolución francesa de 1789. La lacónica respuesta fue que era 'demasiado pronto para pronunciarse'. El punto de inflexión del 11 de septiembre de 2001 también ha abierto interrogantes sobre los futuros escenarios económicos y sociales. Quizá sea demasiado pronto para evaluar sus implicaciones, pero también es cierto que la forma más fiable de predecir el futuro consiste en contribuir directamente a su configuración.

A partir de esta premisa, la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha decidido lanzar una nueva ronda de negociaciones comerciales multilaterales en Doha (Qatar). La fecha y el lugar de la cita han ahuyentado a los lobbies y han reducido a la mitad la prevista delegación estadounidense de 235 miembros, encabezada por el representante de Comercio, Robert Zoellick. La Unión Europea y Japón, que celebraron con disimulo el fracaso de la precedente reunión de Seattle en 1999, acudirán sin todos los deberes resueltos. El resto de países no agrupados en dichos grandes bloques comerciales intentará, por enésima ocasión, la reconducción de la agenda de trabajo hacia los capítulos que dificultan su acceso al comercio y al desarrollo económico. Así, el Grupo de Cairns (Australia, Argentina, Brasil, etcétera) y otros países agrarios clamarán contra los aranceles y contingentes proteccionistas de la Política Agraria Comunitaria (PAC), debido a los tímidos avances reformadores del comisario de Agricultura, Franz Fischler. En este punto, el comisario de Comercio, Pascal Lamy, ya ha advertido que la negociación de este capítulo no puede afectar al modelo agrario europeo. Traducido al lenguaje de la diplomacia comercial, la preferencia de las producciones comunitarias se expresa como 'mantenimiento de la tradición rural', 'preservación del medio ambiente', 'ordenación del territorio', 'seguridad alimentaria', etcétera.

Por su parte, Japón también reiterará la imposibilidad anatómica del esófago de sus ciudadanos para ingerir el arroz procedente de terceros países, y Estados Unidos aducirá que los ingentes programas de apoyo a su agricultura son compatibles con las reglas del libre comercio.

La agenda de trabajo volverá a incluir los reproches mutuos por el creciente recurso unilateral a los códigos anti-dumping frente a la competencia desleal de terceros países, así como la escasa liberalización del sector servicios y de los contratos públicos. El tema estrella de la reunión será la demanda de acceso universal y barato a los medicamentos y patentes farmacéuticas de enfermedades endémicas como el sida o la malaria, que están protegidas como derecho de propiedad intelectual en el acuerdo OMC-TRIPS de 1994. El logro más explícito de esta gran cita del comercio internacional será la formalización de la condición de países miembros en favor de la República Popular China y de China Taipei, así como un primer impulso negociador del futuro ingreso de Rusia.

En Doha, desde ayer y hasta el 13 de noviembre, los 142 miembros de la Organización Mundial del Comercio tienen una oportunidad para anticipar un futuro mejor para los distintos microcosmos de nuestro universo global, y acertar en su predicción.

F. Xavier Mena es catedrático de Economía de Esade y de la Universidad Ramon Llull.