Libertad sin ira
Hoy he comprado Diario 16. Duelen especialmente las 150 pesetas. Por 150 pesetas tengo una ventana menos al mundo. Se nos ha caído un símbolo de los últimos 26 años, pero no todo está perdido. Creo que entre las empresas periodísticas pasa algo diferente a lo que ocurre entre otro tipo de empresas: a cualquier periódico le duele que una cabecera desaparezca, expresando un sentimiento profundo que se sitúa muy por encima de las estrictas normas de la competencia y del mercado. A nadie le alegra, a nadie le puede alegrar, la muerte de 50 páginas escritas. En nuestro país se escribe mucho y se lee poco. Es un lugar común acusar a alguien de perder el tiempo o estar ocioso cuando lee un periódico. Así nos va. Más libros, más libres; más periódicos, más libres. Diario 16 se despide en portada igual que nació, con libertad sin ira -aunque cueste tanto aguantarse la ira para defender la libertad-, reflejando una realidad durísima -entonces, una dictadura; hoy, un atentado terrorista- sembrada de esperanza -entonces, una Constitución en el horizonte; hoy, una Constitución en nuestras manos-. Mañana no podré comprar Diario 16, y por eso voy a comprar 16 diarios.-
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