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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los atentados 1

Han asesinado a don José María Lidón. Para la mayoría de los mortales, seguramente será un injusto asesinato más, a un magistrado esta vez, en nombre de la sinrazón. Para los miembros de las policías locales supone la pérdida de una gran persona que siempre estuvo a nuestro lado cuando la mayoría de nosotros teníamos más voluntad que conocimientos y unas ganas enormes de hacer una policía moderna cercana al ciudadano, que tuviese los conocimientos mínimos para cumplir con el difícil arte de aplicar la ley de los libros a la calle.

Fue pieza fundamental, junto con el jefe de la Policía Municipal, en aquel momento para poner en funcionamiento la Academia de la Policía Municipal de Bilbao, a principios de los años ochenta, y ayudó a modernizar otras muchas, siempre que se le requirió. Los que tuvimos la suerte de conocerle, siempre tuvimos en él al entrañable maestro a quien poder consultar nuestras dudas profesionales y, por qué no decirlo, también recibimos útiles consejos destinados a nuestros hijos que empezaban sus carreras de derecho en la Universidad de Deusto, donde Lidón impartía sus amenas e interesantes clases de Derecho Penal.

Fueron muchas las conferencias en las que participó y de las que pudimos sacar interesantes conclusiones. Incluso en alguna ocasión tuvimos el honor de compartir con él mesa redonda. Recordamos muy especialmente aquel encuentro internacional sobre seguridad ciudadana en el metro, organizado por esta asociación poco antes de su inauguración, en el que defendía la necesidad de la rapidez en los enjuiciamientos para que la justicia fuese más justa, refiriéndose al sistema penal ante el gamberrismo.

Qué decir de la persona; siempre alegre, de trato fácil y afable, un gran trabajador que empleaba muchas más horas de las exigidas al ejercicio de su profesión y que seguramente por eso tenía poco tiempo para dedicarlo a su propia seguridad.

El magistrado, el profesor, serán prontamente sustituidos. El esposo, padre, hijo, hermano y amigo, jamás. Ése es el miserable triunfo de los asesinos. Descanse en paz.-

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