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CURRO TORRES | DEFENSA DEL VALENCIA

El rey de la regularidad

'Mamá, si estás de pie, siéntate. Te voy a contar una gorda. Me han llamado para la selección'. Cristóbal Emilio Torres, conocido como Curro Torres, comunicó así a sus padres la noticia de su convocatoria con la selección española de fútbol. 'Todo el sufrimiento, todo el trabajo de tantos años, recompensado. No sólo el mío, sino el de ellos, mis padres, que se han puesto a llorar al saberlo', comenta el lateral derecho del Valencia. Y no le faltan argumentos. Sus padres, granadinos de la localidad de Dehesas Viejas, tuvieron que emigrar a Alemania, donde trabajaron durante 15 años ('mi padre en una fábrica y mi madre en un hospital', dice). De ahí que Cristóbal, que en diciembre cumple 25 años, naciera en Ahlen (Alemania), antes de trasladarse con su familia a Santa Coloma de Gramanet.

'Nada de ná', de Café Quijano sonaba ayer a todo volumen en el coche de Curro Torres, que es un hombre feliz. A la convocatoria de Camacho se le une el embarazo de cinco semanas de su mujer. Está eufórico. 'Me permites que me ponga el manos libres del móvil', le pide educadamente al periodista.'Estoy viviendo un mes maravilloso. A ver si puedo ver a mi mujer. Cuando le he dicho que estaba en la lista [de Camacho], no lo entendía. Ella me decía, 'pero ¿qué lista?'. Pensaba que hasta el sábado no había ninguna lista [en alusión a la convocatoria del Valencia]'.

Es lógica tanta sorpresa, tanta incredulidad. Curro Torres no es un talento natural, sino un currante del fútbol, surgido de los descampados de tierra de Santa Coloma. Debutó hace tan sólo 11 jornadas en Primera División. Se trata de un lateral derecho que juega con sencillez y constancia. Sube con cierto criterio la banda, sin alardes, pero con la virtud de hacer las cosas fáciles: conoce sus limitaciones. Es un ejemplo de regularidad: hace dos años, disputó 37 partidos con el Recreativo de Huelva; el año pasado, 39 con el Tenerife; y, en éste, ha jugado todos los minutos de las 11 jornadas. A Mestalla llegó de puntillas el pasado verano, para cubrir la momentánea baja de Angloma, pero ha cumplido con creces. Tanto, que el Valencia ya no busca lateral derecho aunque Angloma no acaba de recuperarse.

Y es que se trata, pese a sus escasos partidos en Primera, de un jugador curtido en las mil batallas de los campos de Segunda. Allí vivió la amargura del descenso del Recreativo, pero también la alegría del ascenso del Tenerife. A los 12 años entró en la escuela del Santa Coloma, se aficionó al Barça e idolatró a Paolo Maldini. A los 20 años, ya en Segunda B, se fijó en él Javier Subirats, secretario técnico del Valencia, y se lo trajo a Mestalla.

Tras dos años de cesiones, la avanzada edad de Angloma -37 años- le abrió a Torres las puertas de Mestalla. Eso y su templanza para afrontar los grandes retos. No se amilanó cuando debutó en Primera ante el Madrid y Del Bosque, creyendo que pagaría la novatada, le envió a toda la caballería por su banda, con Figo de abanderado. Y tampoco parece que se vaya a arredrar ahora en la selección. Tiene la fuerza del emigrante a punto de alcanzar su sueño.

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