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La Acadèmia busca una argucia para 'liberar' a algunos miembros

Ferran Bono

La comisión de reglamento de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) está buscando la fórmula para superar el escollo de remunerar a los académicos que quieren dedicarse plenamente a la institución con una asignación mensual. Como el sueldo no está contemplado en la ley de creación se realizaría a través, probablemente, de indemnizaciones estables, lo que comportaría el pago de la Seguridad Social. En la reunión de ayer se volvió a poner de manifiesto la disparidad entre esta opción y la posición que considera adecuado el cobro de indemnizaciones y dietas por asistencia y desplazamientos, como en el Consell Valencià de Cultura, y no la percepción de un sueldo encubierto. Al parecer la idea de contar con una asignación estable tiene un mayor respaldo dentro de la comisión de reglamento formada por la presidenta, Ascensión Figueres, y Ramon Ferrer, Antoni Ferrando, Honorat Ros y Artur Ahuir.

Hoy, no obstante, se intentará llegar a un texto de consenso antes de trasladar el borrador del reglamento al pleno de la Acadèmia que, en cualquier caso, deberá definir el trabajo de aquellos que dejen sus actuales ocupaciones para dedicarse sólo a la entidad, así como las cuantías a percibir. Se puede dar el caso de que se produzca una votación sobre la cuestión, si bien se intenta evitar esa situación.

El marcado origen político de la AVL y las visicitudes de la creación del organismo explican en gran medida esta problemática ya regulada en el resto de academias, con más experiencia y nacidas en otras condiciones.

Sin sueldos en las demásLa gran mayoría de los miembros de las cuatro academias ya existentes en España cobra indemnizaciones y dietas. Ninguno de ellos tiene dedicación plena, al margen de los funcionarios y de algún órgano rector que recibe un tipo de compensación. La fórmula extendida en ningún caso incluye sueldos. La Real Academia Española, fundada en 1713 y compuesta por 49 miembros (ahora hay vacantes), paga dietas a sus integrantes por las reuniones a las que asisten y por desplazamientos.

La Real Academia Gallega, nacida en 1906, está formada por alrededor de 30 miembros. Ninguno cobra un sueldo, porque ninguno tiene dedicación plena. La mayoría procede del mundo universitario. El presupuesto ordinario anual de la entidad se sitúa entorno a los 20 millones de pesetas, sin contar las partidas para desarrollar proyectos concretos, como la elaboración de un diccionario. Para estas iniciativas, la Xunta llega a acuerdos con la Universidad u otras entidades para financiar los mismos.

Al Institut d'Estudis Catalans (IEC), fundado en 1907, pertenecen alrededor de 145 miembros. Su prespuesto es de 1.025 millones de pesetas. El presidente cobra gastos de representación y el resto de miembros recibe dietas por asistencia e indemnizaciones. La cantidad media que recibe cada integrante se sitúa en torno a las 125.000 pesetas anuales. También cuenta con un presupuesto para proyectos.

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La Real Academia de la Lengua Vasca, fundada en 1918, está formada por 24 académicos de número, además de los honoríficos y correspondientes. Los seis integrantes del consejo de gobierno cobran una asignación por su dedicación parcial de unas 100.000 pesetas al mes. El resto cobra dietas (unas 3.000 la hora) y gastos de viaje. El presupuesto ordinario es de 294 millones de pesetas y el destinado a proyectos concretos de 157. Las tres diputaciones y el gobierno vasco aportan el grueso de la financiación.

El Ministerio de Educación destina un presupuesto a estas últimas academias citadas.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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