Conversación en el rellano
Nadie sabe más de la vida íntima de las notas que Bebo Valdés. Las convoca con persuasión y las pulsa con reverencia. A piano solo, regaló una deliciosa colección de miniaturas gigantescas. Intentó con éxito rotundo el stride habanero en Willow weep for me y, ya con Javier Colina al contrabajo, sorprendió cubanizando el chotis y llevando Route 66 a un punto indeterminado entre el boogie-woogie y el rock
Diego El Cigala afrontó con admirable naturalidad el desafío de aplicar su energía flamenca a una imponente serie de boleros. Con el acompañamiento de Bebo como escolta cálida y amorosa, supo darle a las letras un nuevo significado, sin duda más desgarrado, oscuro y sinuoso que en las versiones convencionales, pero plenamente asimilable al propósito original de cada canción. La alianza entre Bebo y El Cigala se sublimó en Lágrimas negras.