Sergio García hace fortuna en el 'tour' norteamericano

Tres temporadas le han bastado a Sergio García para demostrar que las brillantes expectativas que había generado no eran un espejismo y hacer fortuna en el mismísimo circuito norteamericano de golf, todavía, pero un poquitito menos, el feudo del estadounidense Tiger Woods. A sus 21 años, el español lo ha concluido en la sexta posición por ganancias, con 2.898.635 dólares (536,2 millones de pesetas), tras haber conseguido estrenar su palmarés en él por partida doble con sus triunfos en el MasterCard Colonial y el Buick Classic.

García buscaba el pasado fin de semana, en Houston (Texas), la guinda con una nueva victoria, la que habría sido la tercera, nada más y nada menos que en el Campeonato del Tour, la competición final, restringida a los 30 primeros jugadores en la clasificación económica y de la que únicamente estaba ausente de forma paradójica el defensor del título, el norteamericano Phil Mickelson, por el nacimiento de la segunda de sus hijas. Al cabo, no pudo conseguir su propósito. Pero se permitió dos lujos. Uno, el de ser uno de los cuatro protagonistas del desempate (muerte súbita), junto al surafricano Ernie Els, el estadounidense David Toms y el canadiense Mike Weir, que fue el que se llevó el gato al... hoyo. Otro, el de quedar una vez más por delante de Woods, 13º, a seis golpes.

La progresión de García es incontestable a pesar de las críticas, en algunas ocasiones ácidas en exceso, contra el swing, su estilo en los golpes largos, aprendido con su padre. En 2000, su primer curso formal -su presentación fue en 1999, pero con actuaciones esporádicas-, disputó 16 torneos en el circuito norteamericano y sólo, ¿sólo?, alcanzó dos terceros puestos -precisamente, en el Buick Classic, un talismán para él, y el Open de Canadá- y de clasificarse en otros tres entre los diez primeros. En 2001, en cambio, ha pisado ya tan fuerte sobre el green como para en 18 anotarse los dos éxitos absolutos mencionados y adornarlos con dos segundas plazas -en el Memorial y el Campeonato del Tour- y otras cuatro apariciones en el top ten.

Es cierto, sí, que en este ejercicio, a diferencia del anterior, García ha fallado el corte en dos de las citas del Grand Slam: en el Masters de Augusta y el Campeonato de la PGA norteamericana, en el que quedó el segundo en 1999. Pero también lo es que en las otras dos ha exhibido sus credenciales: 12º en el Open de Estados Unidos y noveno en el Británico.

Así, pues, la incógnita que se abre ante él, la que debe despejar ahora, es la de su capacidad para resistir la presión de las exigencias cada vez mayores que van a planteársele. Ya no es una promesa, sino una realidad. En esas circunstancias, consciente de que todas las miradas convergen en él, su reto es no amilanarse, no encoger el brazo, no temblar en los momentos cruciales. Woods, de nuevo ganador del tour de su país a sus 25 años, con cinco triunfos y 5.687.777 dólares (1.052,2 millones de pesetas), ya no avasalla tanto como avasallaba cuando se convirtió en el primer golfista ganador de los cuatro torneos grandes de modo consecutivo aunque no en la misma temporada. Y García está ahí, al acecho.