Viajeros nostálgicos

Regresó una vez más Madredeus, y lo hizo en esta ocasión para presentar su nuevo disco, Movimento, una mirada al pasado con canciones intensas (Anseio fuga apressada...), junto a otras más planas. Apología de la saudade, perenne estado de melancolía que permite perderse en un laberinto de nostalgia. Y, en pleno puente vacacional, los portugueses volvieron a comprobar su capacidad de convocatoria.

Hacerse una idea del sonido actual de Madredeus supone imaginar un cuarteto de guitarras en el que una de ellas habría sido reemplazada por el sintetizador. Así que son muchos arpegios y punteos sobre cuerdas de nailon con el contrapunto de acordes del teclado.

Lejanas resonancias del fado urbano más triste y de cantos populares del folclor de tierras portuguesas. Y la voz. Austeridad, clasicismo y refinamiento en arreglos e interpretaciones. Y esa voz. Es Teresa Salgueiro la que los hace únicos. Su voz, descubierta una noche ya lejana en una taberna del Barrio Alto de Lisboa, cuando tenía apenas 17 años, provoca una devoción casi religiosa entre sus compañeros de avenura y el público.

Abrieron dos horas de concierto hablando de la vida del músico, de días que son noches y noches que son días. El viaje es asunto recurrente. Al igual que los navegantes portugueses que recorrieron todo el orbe, el grupo lisboeta no ha dejado de viajar en estos últimos años, llevando su música pacífica hasta lugares tan lejanos como Japón.

Si el efecto sorpresa de aquellas mágicas primeras grabaciones pasó, los mimbres de Madredeus se han revelado suficientemente sólidos para continuar siendo, a día de hoy, el producto musical más exportable de Portugal y una expresión fascinante de la cultura del sur de Europa.