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Crónica:FÚTBOL | 11ª jornada de Primera División
Crónica
Texto informativo con interpretación

Zidane y el escudero pelirrojo

El francés sacia, ayudado por McManaman, su obsesión de ganar el clásico y salda la polémica sobre su adaptación

Diego Torres

Zidane fue el Llanero Solitario y McManaman su amigo, el indio Toro. El media punta francés tiene sus propios métodos y habla más bien poco con sus compañeros. Su cable a tierra, más que Makelele, es el ex extremo pelirrojo del Liverpool. Escudero del media punta, he aquí una de las múltiples funciones del inglés durante el partido de ayer: traducir el lirismo de Zidane en un arma efectiva. Pasarle la mano por los hombros, darle palabras de ánimo, cubrirle las espaldas en defensa y devolverle las paredes como él quiere. Hacer el un-dos, como dicen en Marsella. El tuya-mía de toda la vida, que a Zidane le gusta tanto y que nadie entre los titulares del Madrid aprovechó tanto como McManaman en el duelo de ayer.

Se siguió estirando en el partido; estaba preocupado y cabizbajo, se tocaba las sienes
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Gráfico animado:: Zinedine Zidane

McManaman no es un virtuoso y a su estado físico le faltan varios herbores. Pero ayer se conectó como nadie con el mejor jugador del mundo. En lo técnico y en lo táctico. Porque Del Bosque, que le tiene entre sus preferidos, a los 15 minutos del partido le ordenó que se olvidara de la banda izquierda y se colocara más en el medio, a la izquierda de Makelele en el doble pivote. Exactamente por detrás de Zidane cuando el Madrid perdía el balón, y proyectándose por la banda cuando lo recuperaba. Marcando a Gabri o a Kluivert cuando el Barça atacaba, y enganchando jugadas cuando el Madrid ganaba la posesión.

Desde el calentamiento Zidane proyectó su halo particular. Recto como una tabla, los hombros echados hacia atrás, no tocó el balón cuando todos sus compañeros lo hicieron, sino que prefirió insistir en las carreras cortas y los estiramientos. Estiró los músculos de su cuello, de sus piernas, de su espalda. Mientras sus compañeros formaban parejas para ejercitar controles y pases, él seguía calentando y forzando la flexibilidad de su fibra. Por estirarse, el francés se siguió estirando cuando comenzó el partido, mientras esperaba un centro o cuando el árbitro pitaba una falta. Estaba preocupado y cabizbajo. Se tocaba las sienes.

Al comenzar el partido a Zidane le hicieron faltas Overmars, Gabri, Puyol... Empezó jugando junto a Makelele en el medio centro, y le llevó varios minutos pisar el campo contrario. Después del primer cuarto, Raúl robó un balón en la medular, se lo dio a McManaman, y éste conectó con Zidane y Figo. El centro del portugués, rematado por McManaman, casi termina en gol. Minutos después, Zidane coge la pelota, engaña a Xabi, gana dos metros y mete un pase medido al carril del once. Por allí apareció el inglés, libre de la marca de Puyol, y metió un centro que terminó cabeceando Morientes con la colaboración de Raúl. Fue el gol.

El tanto de la victoria resolvió en la comunión del Bernabéu toda la angustia de Zidane, que se había concentrado en un aislamiento pertinaz para preparar el duelo. 'Este partido es muy importante para mí', había dicho. Quería poner fin a las sospechas que, tras su llegada, lo señalaban como el causante del desequilibrio táctico del equipo. Era consciente de que el rumor se había extendido en el propio vestuario y nada mejor que el partido de ayer para solucionar una situación incómoda, establecerse en el equipo y ganarse el aprecio definitivo del público. En el segundo gol participó para desatascar a Makelele, metido entre tres defensas azulgrana, ganar unos metros con un regate, y devolverle el balón para el gol de Figo, otro que tenía una deuda pendiente.

Tras el pitido final, Zidane se dirigió al balón, lo sostuvo entre sus manos y dio por cumplida la misión lanzándolo de una patada a la grada.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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