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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos locuras contemporáneas

Dos locuras contemporáneas entre sí: Antonin Artaud, creador de teatro y de cine, teórico, transgresor, y Hitler, loco de un orden. Artaud, desde la clínica -moriría internado-, envió una carta a Hitler; decía que se habían encontrado en el Romanische Café, pero la entrevista no existió, o no hay pruebas. Sobre ese encuentro que es real en las mentalidades, en los lectores o espectadores, Tom Peuckert (de 40 años) ha escrito lo que llama 'monólogo salvaje': Artaud, enfermo mental, relata su tiempo, imita a Hitler. Es un texto inteligente, en el que se mezcla la opinión libre de Artaud -'Europa es idiota'; y lo peor de Europa, sus artistas-, las opiniones que éste atribuye a Hitler y a nuestro tiempo, al que hay continuas alusiones. La escenografía está llena de actualidad: el extractor de aire, el micrófono...

Artaud recuerda a Hitler y el Romanische Café

De Tom Peuckert. Dirección, Paul Plamper (Berliner Ensemble). Intérprete, Martin Wuttke. Escenografía y vestuario, Paul Lerchíbaumer. Festival de Otoño. Teatro de la Abadía, Sala José Luis Alonso.

Y el hecho escénico mismo. Éste es una pantalla de televisión, y nosotros, sus espectadores. Es interesante para hacer una reflexión: el teatro se apodera de su rival, lo reconstruye y, al final, lo rompe: el actor sale de dentro de la pantalla se sube sobre ella, canta. Hay una perfección absoluta: la luz cruda, los sonidos: todo está sobre la realidad. Como la interpretación sobreactuada. Puede que sea lo que al espectador más le interese, teniendo en cuenta que el texto está traducido en letreros electrónicos. Ese loco solitario que farfulla sobre el otro loco y que se dirige a nosotros es un gran intérprete, con una capacidad física extraordinaria y una voz espléndida, pero arrolla todo lo demás. Se agota y nos agota.

Todo tiene la perfección del Berliner, y el público del estreno le saca al escenario a saludar una y otra vez. Pero seguramente no ignora que otros matices fuera del registro único darían más emoción y menos espectáculo.

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