El acordeón parabólico
Como tantas otras manifestaciones ricas en expresividad, el origen de la bal-musette remite a una zona pobre de Francia. El instrumento local del Auvergne era una pequeña gaita de piel de cabra, conocida como cabrette. Algunos músicos del lugar buscaron la supervivencia en París, donde emparejaron su fetiche rural con el acordeón urbano. Emile Vacher se ganó el reconocimiento de ser el primero en darle al musette un sonido característico. Casi un siglo después, Richard Galliano abre de par en par aquella música hermética hasta hacerla orgullosa y universal. No por casualidad los títulos de sus discos transmiten mezcla: Viaggio, New York Tango, Panamanhattan...
Galliano trajo a Madrid los apasionados aires porteños heredados de su intensa amistad con Astor Piazzolla, la sensualidad de la bossa, el arrebato de la música gitana y, por supuesto, musette y pinceladas del folclor de la tierra de sus padres, Italia. Parecía una enorme antena parabólica recibiendo señales de todo el orbe sonoro. Tocó con una claridad admirable, diferenciando humores y colores, inventando voces contrastadas que unas veces recordaron el timbre de voz de un bebé y otras la amenaza de un ogro. En sus largos lamentos hubo una nobleza antigua, vehemente y caballeresca, alimentada por ese fatalismo altivo y revolucionario que Piazzolla elevó a categoría de gran arte. Muy bien acompañado, el acordeonista confirió una admirable ligazón jazzística; de la ensoñación a la bravura, todo tuvo ese swing sin el que Ellington no le encontraba sentido a la vida.
Richard Galliano New Musette Quartet
Richard Galliano (acordeón), Jean Marie Ecay (guitarra), Jean Philippe Viret (contrabajo) y Jean Luc Danna (batería). Teatro Albéniz. Madrid, 2 de noviembre.
Babelia
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