Gasol tendrá peso en los Grizzlies
Uno de los cambios fundamentales en la NBA es el impacto del draft en los equipos. Durante casi 50 años, fueron constantes los casos en que cambiaba la historia de un equipo. Sucedió con Russell (1956) o Bird (1978) en los Celtics, con Jordan (1984, Bulls), con Duncan (1997, Spurs). Son casos evidentes de reverso de la fortuna a través de la elección de un astro procedente de la universidad. Otros ejemplos, el de Johnson (Lakers, 1979), el de Thomas (Pistons, 1981) o el de Olajuwon (Rockets, 1984), también explican la importancia que ha tenido históricamente la elección del novato preciso en el momento adecuado. Esa época ha terminado, al menos en los viejos términos. Es posible que en el futuro algún club se beneficie inmediatamente de un gran talento juvenil, pero lo más problable es que no haya talentos capaces de ayudar de forma instantánea a los equipos. Apenas ningún gran jugador universitario cumple su ciclo de cuatro años antes de presentarse en el draft. Como mucho duran dos años en la Liga universitaria, aunque es bastante más normal que ni siquiera lleguen a jugar en dicha competición. Los mejores proyectos de jugadores pasan directamente de los institutos a la NBA. Son eso, proyectos a largo plazo sobre los que invierten los equipos.
Los novatos apenas aparecieron la temporada anterior. Y este año tendrán todavía menos protagonismo. De los cuatros primeros jugadores elegidos en junio, tres de ellos -Brown (Wizards), Curry (Bulls) y Chandler (Bulls)- han saltado directamente desde el instituto. Por lo que se ha visto en pretemporada, su contribución será escasa. Están para aprender. El cuarto es Gasol, que sólo cuenta 21 años pero que conoce el mundillo del baloncesto profesional: no en vano fue el instrumento fundamental del triunfo del Barça en la Liga ACB. Es casi seguro que el español supere ampliamente los números de la mayoría de los jugadores que han entrado en el draft junto a él, con la posible excepción de Richardson, el atlético escolta de los Warriors. Sobre sus compañeros de generación, Gasol cuenta con la ventaja de jugar en un equipo, los Grizzlies, que le darán buenos minutos. También les supera en conocimiento del juego, a lo que agrega un físico todavía incompleto pero de garantía para la NBA: un jugador de 2,15 que salta, corre, pasa, rebotea y tira. Algunas de esas cualidades las ha ofrecido en los siete partidos de pretemporada, a los que llegó como sexto hombre, antes de discutir muy seriamente la titularidad al inconsistente saltarín Swift, un pobre reboteador y un deficiente tirador. Eso habla de otra característica que no debe pasar desapercibida en Gasol: su carácter competitivo, probado en sus tres últimos años en Europa. Aquel chico que empezó de suplente en el Mundial junior de 1999 terminó encabezando al Barça. Eso, que no tiene nada que ver con los kilos y los centímetros, es lo que terminará por convertir a Gasol en una pieza fundamental de los Grizzlies.
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