Adictos al tren
Cerca de 5.000 personas acuden a la jornada de puertas abiertas del Museo del Ferrocarril
Dicen que la afición les viene desde pequeños y no siempre por tradición familiar. Coleccionan fotos, libros, pósters, curiosidades, hacen viajes juntos y se divierten como cualquier club de fans. Pero su ídolo no es el futbolista Zidane, ni la serie Star Trek, ni el grupo Camela. Lo que les apasiona en la vida son los trenes, y a ellos dedican gran parte de su tiempo libre.
Ayer, con motivo de la celebración del Día del Tren, unas 5.000 personas acudieron al Museo del Ferrocarril (paseo de las Delicias, 67), que celebró una jornada de puertas abiertas. Los aficionados asistieron gratis a la presentación de los nuevos trenes regionales, a exhibiciones de maquetas, a representaciones de teatro infantil y visitaron la colección permanente del museo. 'El ferrocarril genera muchos amores porque durante mucho tiempo fue el único medio de transporte para unir a los distintos pueblos', comentó Rafael Ruiz, director del museo.
Las estrellas del día, a tenor de la gente que aguantó casi una hora de cola, fueron las dos máquinas de vapor que se pusieron en marcha. Una es la que funciona con el Tren de la Fresa y la otra llegó desde Monforte de Lemos, donde una escuela-taller se ha encargado de restaurarla. Dentro de ellas, varios maquinistas explicaban el funcionamiento de estos trenes, que dejaron de recorrer las vías en la década de los sesenta.
Además, a lo largo del museo, las asociaciones dedicadas al mundo del ferrocarril mostraron sus maquetas y vendieron lotería de Navidad y numerosos objetos con el tren como motivo: postales, insignias, camisetas e incluso pasta para cocer con forma de vagones diminutos. 'Nos reunimos tres veces a la semana. Tenemos conferencias, biblioteca y una suiza con la que, con permiso de Renfe, viajamos de vez en cuando', explicó Rafael Ros, presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid.'Somos la segunda asociación de trenes más importante de España', puntualizó.
El Círculo Ferroviario Madrileño organizó un encuentro para aficionados al tren de vapor de cinco pulgadas, un tren casi de juguete que estuvo dando vueltas a la gente en un circuito dentro del museo durante todo el día. Alejandro, de seis años, se montó en el tren enano y después visitó la máquina de vapor: 'Cuando era más pequeño quería ser maquinista, pero ahora está todo informatizado y puede que no encuentre trabajo, así que he cambiado a veterinario', comentó, de la mano de su abuelo.
Alejandro volvió a casa, pero cientos de personas siguieron paseando por el museo, entre ellos muchos ex ferroviarios que, con gorra de maquinista incluida, visitaron unos trenes que ya sólo se pueden ver en las películas antiguas.
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