Los hombres que dirigen la guerra
Tres son las personas designadas por el presidente Bush para dirigir la guerra en Afganistán. Es la combinación del modelo usado en la guerra del Golfo Pérsico de 1991, cuando el general H. Norman Schwartzkopf encabezaba la campaña, y el método más restrictivo del conflicto de 1999 en Kosovo, en el que los principales colaboradores civiles del presidente Clinton examinaban los objetivos y rechazaban algunos por considerarlos demasiado arriesgados.
Dos veces al día, por la mañana y al final de la jornada, el secretario de Defensa, Donald H. Rumsfeld, y el presidente de la Junta de jefes de Estado Mayor, general Richard B. Myers, escuchan con atención al general Tommy R. Franks, jefe del Mando Central estadounidense en Tampa, Florida, mientras valora los progresos de la campaña, planea los siguientes movimientos y examina los objetivos para evitar bajas civiles.
'Franks da ideas, dice dónde quiere estar y qué necesita. Rumsfeld y Myers le dan consejos y directrices', afirma un funcionario al tanto del asunto
Franks pidió al Pentágono que enviaran aparatos AC-130, turbopropulsados, repletos de ametralladoras pesadas y cañones capaces de arrasar edificios
Desde la guerra de Vietnam, en la que el presidente Johnson escogía objetivos para bombardear, las sucesivas administraciones se han debatido sobre qué grado de supervisión debían tener sobre los jefes militares en tiempos de guerra. 'Franks da ideas, dice dónde quiere estar y qué necesita', explica un funcionario que conoce el contenido de la conversación. 'Rumsfeld y Myers le dan consejos y directrices'.
Apenas había transcurrido una semana de guerra en Afganistán cuando Franks les dijo a sus superiores del Pentágono que quería intensificar el conflicto mediante el envío de aparatos AC-130, un avión turbopropulsado repleto de ametralladoras pesadas y cañones capaces de eliminar tropas y arrasar edificios.Rumsfeld y Myers interrogaron a Franks sobre los riesgos y las ventajas de enviar el aparato, y al final le dieron la autorización.
El 15 de octubre, dos de los tremendos aviones bombardearon objetivos en el interior o en las cercanías del bastión talibán de Kandahar, en el sur del país. Gracias a su capacidad de sobrevolar con detenimiento los blancos y hacer fuego con una precisión total, el AC-130 es una de las armas más temibles del arsenal estadounidense. 'Fue una sugerencia de Franks', explica el funcionario antes mencionado.
Margen de maniobra
Franks, que está a cargo de las operaciones diarias de la campaña, dispone de un margen de maniobra considerable para dirigir la guerra como le parezca conveniente -afirman funcionarios del Pentágono-, dentro de unos límites fijados.
'Hay un jefe militar que asume la responsabilidad, que es Franks, en el Comando Central, y todo el mundo lo comprende', dijo la semana pasada Myers.
Rumsfeld, Myers y, en algunos casos, Bush intervienen sólo cuando la campaña inicia una nueva fase, como sucedió con las incursiones de los comandos en el sur de Afganistán el viernes de la semana pasada, o cuando un bombardeo puede poner en peligro la vida de civiles, según funcionarios del Pentágono. 'Lo más importante en esta campaña es definir la situación y las distintas categorías de objetivos y permitir que el CINC [siglas de comander in chief, título oficial de Franks] lleve a cabo su tarea con esos datos', explica un alto oficial, refiriéndose al comandante en jefe de la región, que es el título que ostenta Franks. 'Tiene libertad siempre que se atenga a unos parámetros con los que no se hieran ciertas sensibilidades ni se causen daños, como sería atacar una mezquita o una escuela'.
Hasta el pasado martes, día 17 de la guerra, Rumsfeld y Myers sólo habían anulado una vez un blanco elegido por Franks, que estaba situado en una zona residencial y suponía un gran riesgo de tener bajas civiles, explica un alto funcionario del Gobierno. A pesar de las precauciones, algunas bombas que se han desviado de su blanco han caído en zonas residenciales, algo que Rumsfeld considera una consecuencia involuntaria de la guerra.
Las grandes decisiones estratégicas de tipo general en la guerra contra el terrorismo se toman en las reuniones del Consejo Nacional de Seguridad de Bush. Pero las decisiones cruciales sobre el día a día se discuten fundamentalmente en las dos conexiones telefónicas diarias. Entre las dos llamadas previstas, Myers hace de conducto entre Franks, otros jefes que constituyen la red de apoyo en todo el mundo y los responsables civiles en Washington. 'El secretario ha animado a Franks a que sea creativo y estudie qué se necesita', explican en el Pentágono.
Una de esas llamadas telefónicas, por ejemplo, permitió concretar los detalles de las incursiones del viernes contra un remoto aeropuerto y un complejo militar dependiente del mulá Mohammar Omar, el líder de los talibanes. Fuentes del Pentágono dicen que la misión obtuvo la aprobación de Rumsfeld y la Casa Blanca a mitad de semana, y Franks dio luz verde el viernes, cuando consideró que las condiciones eran las óptimas. 'La misión se aprobó con la intervención de las más altas instancias del Gobierno', explica un funcionario de la Administración, que se refiere a Bush en clave. Cada vez que en el campo de batalla surgen objetivos delicados y de gran valor, el nivel de decisión pasa de Franks a Rumsfeld, con el asesoramiento de Myers, y de él al presidente.Cuando el ejército consideró que había localizado a Omar, la primera noche de la guerra, Franks obtuvo el permiso de Rumsfeld para atacar, pero el mulá escapó, explica un funcionario. Rumsfeld mantuvo consultas con Bush mientras se desarrollaba el ataque. Los tres hombres que utilizan la línea de teléfono protegida, por lo menos dos veces al día, están ampliamente informados de los diversos aspectos militares y políticos que suelen rodear a los temas de seguridad.
Las biografías
Rumsfeld, de 69 años, es un brusco ex piloto de la marina que ocupa el cargo de secretario de Defensa por segunda vez (lo fue con el presidente Ford entre 1975 y 1977).
Myers, de 59 años, un discreto ex piloto de combate que llevó a cabo misiones en Vietnam y posee una moto Harley Davidson, es el primer oficial de las Fuerzas Aéreas que ocupa la presidencia de la Junta de jefes de Estado Mayor desde hace 20 años. Asumió el cargo el 1 de octubre y sucede al general Henry H. Shelton, del ejército de tierra.
Franks, de 56 años, un alto y desgarbado oficial de artillería que detesta la publicidad, es responsable de 25 países en Oriente Próximo, África y Asia central, desde Kenia hasta Kazajstán. Dirige todo desde la base aérea de MacDill, en Tampa.
Después de las incursiones de comandos del pasado fin de semana, Franks abandonó discretamente su cuartel general de Florida para realizar un viaje a la región y reunirse con soldados, jefes y dirigentes extranjeros. Antes de tomar posesión de su cargo, el pasado verano, Franks era responsable de todas las tropas del ejército de tierra en la región y tenía ya estrecho contacto con numerosos líderes del Golfo y Asia central. Un alto oficial estadounidense que conoce tanto a Myers como a Franks dice que, al menos hasta ahora, 'en este grupo tienen una química particularmente buena'.
Hay otros actores que desempeñan papeles importantes en el drama. Las fuerzas de operaciones especiales cumplen una función fundamental en la lucha, de modo que no es de extrañar que el general Charles R. Holland, jefe del Mando de Operaciones Especiales estadounidenses, hable a diario con Franks. Los cuarteles generales de ambos jefes están a cinco kilómetros de distancia uno de otro, en la base de MacDill.
La labor de preparar la lista diaria de objetivos o la prioridad de tareas para la aviación corre a cargo del teniente general Charles F. Wald, un oficial de las fuerzas aéreas que dirige la aviación bajo el mando de Franks. Desde un avanzado centro de operaciones aéreas en la base aérea Príncipe Sultan, cerca de Riad (Arabia Saudí), Wald enumera los objetivos identificados por los satélites norteamericanos, aviones de reconocimiento como los U-2 y los aviones teledirigidos a gran altura y la CIA.
© The New York Times
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