El Madrid resucita de improviso
El equipo de Del Bosque gana al final en El Madrigal un partido que tenía perdido
Estaba ya de cuerpo presente el Madrid, sin nadie que diera un duro por él, con todos los analistas tratando de averiguar las causas del óbito, cuando, de pronto, zas, resucitó. Sin que se supieran muy bien las causas.
VILLARREAL 2| REAL MADRID 3
Villarreal: López Vallejo; Xavi Roca (Galbán, m. 27), Unai, Quique Álvarez, Arruabarrena; Jorge López, Galca, Calleja; Víctor (Quique Martín, m. 78), Guayre (Cagna, m. 67); y Palermo.
Real Madrid: Casillas; Salgado,Pavón, Helguera, Raúl Bravo; Figo, Celades, Zadane y McManaman (Solari, m. 77); Raúl y Morientes (Munitis, m. 68).
Goles: 1-0. M. 31. McManaman pasa corto atrás a Casillas, que rechaza y el balón le cae a Víctor, que marca de preciosa vaselina. 1-1. M. 63. Figo, de penalti. 2-1. M. 65. Apertura a la izquierda de Víctor a Calleja, que eleva ante la media salida de Casillas. 2-2. M. 83. Munitis remata de cerca una dejada de Helguera tras un centro de Raúl. 2-3. M. 88. Centro desde la izquierda de Solari que cabecea a bocajarro Raúl.
Árbitro: Iturralde González. Amonestó a Michel Salgado, Galca, Unai, Arruabarrena.
Unos 21.000 espectadores en el estadio de El Madrigal. Lleno.
Tal vez las entradas en el último tramo de Solari y de Munitis, sobre todo la de este último, que le inyectó unas dosis de mala leche muy necesarias en un equipo tan aburguesado. Tal vez el Villarreal abdicó de sus nobles ideas justo en el último momento: al retirar a sus dos mejores atacantes (Guayre y Víctor). O quizá habría que recurrir por esta vez al tópico: el Madrid no se entrega nunca. El caso es que ganó un partido que tuvo perdido por desidia durante gran parte de la noche. Y que lo volteó en un pestañeo. Cuando más vendido estaba, cuando menos creía en sus propias fuerzas.
Habría que valorar, en todo caso, la insistencia de Figo, que supera los malos momentos por pura tenacidad. Lo intentó por su banda toda la noche. Y al final logró el premio: una falta en el pico derecho del área que fue el origen de la remontada. La sacó Raúl y el inquieto Munitis empapeló al portero López Vallejo. En realidad, Figo se empecinó en apagar la depresión de su juego: fue de menos a más y dejó en evidencia al defensa argentino Arruabarrena, que participó como el que más en la victoria madridista. El lateral argentino cometió primero un penalti innecesario sobre Morientes y después trabó a Figo en esa génesis de la remontada. Del resultado del partido puede darse Del Bosque con un canto en los dientes. Pero también de la reaparición de Helguera, sobrio atrás como si no hubiera estado tanto tiempo parado por la lesión; y, especialmente, de la buena actuación del lateral izquierdo Raúl Bravo, que desbordó por su banda justo cuando sus veteranos compañeros más desaparecidos estaban, es decir, en casi toda la segunda parte.
La victoria madridista, sin embargo, no borra el resto del encuentro: el Villarreal fue mejor por coraje y determinación; el Madrid jugó sin carácter ni verticalidad; Raúl desperdició un par de mano a mano con López Vallejo; Morientes evidenció su lamentable estado físico; y Figo, su falta de frescura. Como consecuencia, el Madrid cayó en un exceso de retórica en el centro del campo, en el que Zidane buscó desesperadamente soluciones que no llegaron hasta el final.
Ausente el recuperador Makelele, Celades volvió a naufragar en la dirección del equipo, mientras McManaman quiso aplicarse en tareas defensivas. Y mejor que no lo hubiera intentado. No está dotado para ello. De un mal pase suyo atrás a Iker Casillas nació el gol del Villarreal. El centrocampista inglés estuvo en todas las salsas y salió malparado en la mayoría.
Justo lo contrario que Víctor. A la primera que tuvo, la enchufó. El balón, despejado con dificultades por Iker, cayó en los pies del delantero local, que no perdona en estos casos. Tic: la vaselina se elevó muy suave por encima del portero. Precisamente Víctor, a pesar de salir desde más atrás de lo habitual: actuó de media punta, todo sea porque entre en el once titular Guayre, que es una bala. A los dos los lanzó Jorge López. El Villarreal, no obstante, vive una contradicción muy compleja. Víctor Muñoz ha diseñado un equipo muy bonito para el contragolpe, pero ahí no hay manera de meter la lentitud de Palermo, que corre a ritmo de veterano (hubo una jugada en la que el joven Raúl Bravo le sacó 10 metros de ventaja en un sprint de 30 metros). ¡Qué lejos este Palermo del que desplumó al Madrid en la Copa Intercontinental de 2000!
El Madrid encontró en la segunda parte aire fresco por su flanco izquierdo, cuando el joven Bravo se atrevió a cruzar la línea central. Envió un centro notable a Morientes, que llegó tarde. Bravo resultó más decisivo de lo que pudiera preverse. De otro centro suyo llegó el penalti que equilibró el marcador. Arruabarrena empujó innecesariamente a Morientes (el balón ya había pasado claramente de largo). Figo marcó el penalti por la escuadra y se lo dedicó a alguien del banquillo. Un equilibrio fugaz. Los fallos defensivos de los laterales se iban a suceder. A continuación, Michel Salgado picó el anzuelo de Palermo, lo persiguió hacia el centro y dejó su banda desguarnecida. Calleja, otro ex madridista, lo agradeció.
El gol pareció ser un mazazo para el Madrid. El Villarreal, sin embargo, se traicionó a sí mismo. Quiso aguantar el resultado y no supo. Al sustituir a Víctor y a Guayre, se quedó sin munición y el Madrid resucitó. También porque se presentó Munitis. Ante tanta filigrana de sus compañeros, soltó un zapatazo y cambió el curso del encuentro. A continuación Solari entró hasta línea de fondo y, ahora sí, Raúl recuperó su instinto de depredador.
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