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Reportaje:

Un Tour más clásico y corto

La ruta de 2002 es apta para los contrarrelojistas y recuerda a la del primer triunfo de Induráin

El Tour seguirá siendo en 2002 el viejo Tour. Una carrera de tres semanas pura y dura. Nada de experimentos como el del último año, con la montaña tan concentrada que condenó a la última semana al desinterés. El Tour 2002, presentado oficialmente ayer en París, será de nuevo una prueba de resistencia, aunque algo recortada. Tendrá 3.300 kilómetros, el recorrido más corto o, mejor dicho, el menos largo de su historia. Porque, pese a todo, sigue siendo, sin lugar a dudas, la más dura de las tres grandes vueltas: 300 kilómetros más que la última ronda española. La organización ha tomado esta decisión como una manera de hacer la carrera 'más humana' para los corredores, una medida ligada también a la lucha contra el dopaje.

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El 6 de julio, en la salida, la pregunta será unánime: ¿Será el cuarto Tour de Lance Armstrong? Habrá que esperar al 28 de julio, en los Campos Elíseos, para ver si el norteamericano -ausente en la ceremonia de ayer- se acerca al récord de Miguel Induráin. De momento, salta a la vista el paralelismo entre el recorrido del próximo año y el de 1991, el del primer triunfo del navarro. Sólo que esta vez se recupera el mont Ventoux y la salida se toma en Luxemburgo, al igual que en 1989, cuando Pedro Delgado llegó tarde a la rampa en el prólogo.

Los contrarrelojistas pueden sentirse satisfechos. Tienen un total de 176 kilómetros para ellos. Cuando lleguen al primer monte de relevancia, el Aubisque, allá por la undécima etapa, la que termina en La Mongie -lo cual deja con las ganas de ver qué ocurriría si se hiciera toda la subida, hasta la cumbre del Tourmalet-, la carrera debe presentar un amplio agujero. Por delante, los que han ganado terreno gracias al prólogo (6,5 kilómetros), la contrarreloj por equipos (68) y la primera individual (55). Por detrás, los escaladores puros. Por eso, la mayoría de los equipos españoles -acudirán el Kelme, el ONCE-Eroski, el iBanesto.com y el Euskaltel- se quejaron ayer del desequilibrio. Seguramente, los contrarrelojistas llegarán con el ánimo de defenderse a los Pirineos. El próximo año sólo habrá dos etapas, no excesivamente duras, con final en La Mongie y Plateau de Beille.

El mont Ventoux volverá a servir de transición hacia los Alpes, donde este año esperan dos finales con bastante menos historia que el gigante de Provenza: Les Deux Alpes -la única vez que se subió ganó Pantani, en 1998- y La Plagne, previo paso por el Galibier y La Madeleine. A éstas se les añade una última etapa montañosa, la de Cluses, cuyo mayor mérito está en su ubicación, a la vuelta de la esquina de París. Sin embargo, la última palabra, si es necesaria, la tendrá de nuevo la contrarreloj, de 52 kilómetros, de Macon. Territorio Induráin.

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