Sacrificios rituales
En uno de sus sacrificio rituales, los socialistas alicantinos han devorado a Pablo Rosser, su portavoz adjunto en el Ayuntamiento. Como sucede cada vez que estos señores del socialismo alicantino se entregan a tales prácticas, los diarios han dedicado grandes espacios al asunto. No es para menos. El espectáculo de ver a unos políticos de la misma ideología enzarzados por unas rebanadas de poder no es desdeñable. Desde luego, la oposición acoge estas guerras con alborozo. Sobre todo si se producen, como ahora, en un momento delicado para ella.
Pablo Rosser da la impresión de haber sido un excelente portavoz adjunto para el grupo municipal socialista. No parece ser ésa, desde luego, la opinión de José Antonio Pina. Para justificar el cese, Pina alega que había perdido la confianza en Rosser. No deja de ser una respuesta retórica, sobre todo cuando no se acompaña de razones y la percepción de los ciudadanos es otra. Mi impresión es que Rosser ha sido un concejal honesto, trabajador, muy preocupado por la ciudad y su futuro. Un concejal que ha dedicado su tiempo a los asuntos públicos más que a las intrigas del partido. En un club tan particular y exclusivo como el PSOE local, estas actitudes resultan mal vistas: dejan en evidencia a muchos compañeros.
El caso de Rosser se hacía más grave porque había manifestado ideas propias. Encontrar, en la agrupación socialista de Alicante, a una persona con proyectos originales, frescos, es un suceso extraordinario, que llama la atención. No es que el socialismo alicantino carezca de ideas, pero su administración, hoy por hoy, está reservada en exclusiva al secretario general. Es una norma no escrita que todos los miembros respetan. Naturalmente, Ángel Franco sólo permite utilizar estas ideas a personas de su absoluta confianza.
En el tiempo en que fue aspirante a la alcaldía, José Antonio Pina manifestó algunas ideas particulares que despertaron la ilusión de los votantes socialistas. Sin embargo, Pina entendió que para dedicarse a la política local debía guardarlas en el armario y pedirle prestadas las suyas a Ángel Franco. Hoy escucha usted unas declaraciones de José Antonio Pina y son, adjetivo arriba, adjetivo abajo, las mismas que hubiera hecho Ángel Franco. Hay ocasiones en que los periodistas, por ganar tiempo, preguntan directamente a Franco por los asuntos municipales y éste responde exactamente lo que debe decir Pina. Así están las cosas.
Días atrás, en una decisión muy oportuna para los tiempos que corren, el alcalde Alperi ordenó el cierre de la mezquita musulmana. Ante el suceso, Pina se apresuró a pedir un observatorio para la emigración. Es un proyecto excelente, que ya se ejecuta con éxito en otras ciudades. La emigración es un asunto serio que no se debe descuidar. Pero, si me lo permite José Antonio Pina, yo le sugeriría solicitar antes un observatorio para el PSOE local. En estos momentos, se lo aseguro, es mucho más necesario para la ciudad. Alicante necesita con urgencia una oposición municipal, seria y efectiva, de la que hoy carece por completo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.