'Bin Laden ha devuelto a Occidente su identidad común'
Samuel P. Huntington es profesor de la Universidad de Harvard y autor del libro El choque de las civilizaciones (1996). En esta entrevista, Huntington da un repaso a la situación internacional tras los atentados terroristas en Nueva York y Washington.
Pregunta. ¿En qué medida los acontecimientos del 11 de septiembre confirman su teoría del choque de civilizaciones?
Respuesta. Osama Bin Laden ha declarado la guerra a la civilización occidental, y en concreto a EE UU. Si la comunidad musulmana a la que Bin Laden intenta atraer se agrupa con él, se convertirá en un choque de civilizaciones. Hasta el momento parecen estar profundamente divididos. Bin Laden es un proscrito expulsado de su propio país, Arabia Saudí, y posteriormente de Sudán. Los talibanes que le apoyan sólo han sido reconocidos por tres de los 53 países musulmanes del mundo. Todos los Gobiernos musulmanes excepto Irak, aunque incluyendo Sudán e Irán, han condenado su ataque terrorista. Como mínimo, la mayoría de los Gobiernos musulmanes se han mostrado conformes con la estrategia estadounidense de responder militarmente en Afganistán. La Organización de la Conferencia Islámica condenó el terrorismo de Bin Laden, pero no ha condenado la respuesta de EE UU. Al mismo tiempo, Bin Laden parece estar ganando popularidad en la calle, especialmente en el mundo árabe donde puede sacar provecho del resentimiento contra los regímenes gobernantes, Israel y los ricos, el poder y la cultura de EE UU. Como corresponde, EE UU no considera su respuesta como una guerra contra el islam, sino como una guerra entre una extensa red terrorista transnacional y el mundo civilizado. Con todo, es innegable que las acciones terroristas de Bin Laden han reforzado la identidad de la civilización. De la misma forma que pretende agrupar a los musulmanes declarando la guerra contra Occidente, le ha devuelto a Occidente su sentido de identidad común al defenderse.
'Creo que Europa y EE UU se unirán más y más rápido por sus intereses comunes'
P. Su libro El choque de las civilizaciones no trataba sobre el terrorismo, sino sobre las formas encontradas de ver el mundo de civilizaciones destinadas a chocar después de la guerra fría. ¿No cree que el conflicto es entre el pluralismo secular del occidente principalmente judeocristiano y el monoteísmo político exclusivo del islam?
R. Es cierto que el vigor de la mentalidad intolerante que puede venir del monoteísmo disminuyó en Occidente después de agotarse en las guerras religiosas de finales de la Edad Media. Desde entonces, el pluralismo se ha visto potenciado por una división entre la religión y la política que el mundo islámico desconoce. Esta fusión de la vida política y religiosa genera conflicto en sociedades en las que haya una mayoría musulmana y una minoría no musulmana, o una minoría musulmana en un país como India, donde la mayoría son hindúes. Como el judaísmo, el cristianismo y el islam son religiones monoteístas, la pregunta práctica es si son monoteístas y toleran otras religiones, o si son monoteístas e intolerantes. Estas tres religiones se han comportado de formas distintas en diferentes momentos. No podemos decir que la tolerancia fuera una cualidad del cristianismo durante las cruzadas. En este momento, el islam es la civilización menos tolerante de las religiones monoteístas.
P. Usted ha propuesto la 'regla de la abstención': que Occidente debería abstenerse de intervenir en los conflictos internos de otras civilizaciones, como forma de evitar un choque. El mayor problema de Bin Laden es la presencia de tropas estadounidenses en la tierra santa musulmana de Arabia Saudí para defender a un país islámico de otro. ¿Cree que Occidente no debería estar allí?
R. Expliqué mi regla de la abstención diciendo que podría tener que hacerse una excepción si había un interés nacional vital en juego. En la Guerra del Golfo, teníamos un interés nacional vital en juego porque no podíamos permitir que Irak se hiciera con el control exclusivo del grueso de las reservas mundiales de petróleo. Y también estaban en juego nuestros principios. No podíamos tolerar que un país sencillamente invadiera otro y se lo anexionara a su antojo, violando con ello todas las leyes internacionales. Por eso, fue una acción legítima. Ahora la presencia estadounidense en Arabia Saudí es mínima, y estamos allí con la autorización del extraordinariamente religioso Gobierno saudí.
P. La periodista italiana Oriana Fallaci ha causado sensación con su apasionado llamamiento a Occidente para que se defienda contra los islamistas políticos, diciendo que es cosa de nosotros o ellos. Aparte de la campaña actual contra el terrorismo ¿qué debería hacer Occidente para defenderse en un sentido estratégico más amplio?
R. Esbocé varias dimensiones de esa estrategia en mi obra El choque de las civilizaciones y siguen siendo igual de válidas hoy día. Los poderes occidentales de EE UU y Europa tienen que lograr una mayor integración política, económica y militar, y coordinar sus políticas para que los Estados de otras civilizaciones no puedan explotar nuestras diferencias. Antes del 11 de septiembre, Europa y EE UU se estaban distanciando en una serie de cuestiones, desde los alimentos transgénicos hasta la defensa contra misiles, pasando por el Ejército europeo. Los acontecimientos del 11 de septiembre han cambiado radicalmente la situación por el momento. Tenemos que continuar la ampliación de la UE y de la OTAN para incluir Estados occidentales de Europa central. EE UU también tiene que impulsar la occidentalización de Latinoamérica. Para evitar conflictos, Occidente debe aceptar a Rusia como Estado central de la ortodoxia y principal potencia regional con intereses legítimos en la seguridad de sus fronteras meridionales, con las que puede cooperar para hacer frente al terrorismo islámico. Occidente debe mantener su superioridad tecnológica y militar sobre otras civilizaciones y contener el desarrollo del poder militar convencional y no convencional de los países islámicos y China. Sobre todo, este Occidente consolidado tiene que reconocer que la intervención en los asuntos internos de otras civilizaciones, salvo cuando haya en juego intereses vitales, es la fuente más peligrosa de un posible conflicto global.
P. ¿Cree que la ansiedad y el miedo provocados por el terrorismo acabarán con la globalización interrumpiendo el libre movimiento de ideas, personas y capitales? ¿O quizá veremos una globalización de dos velocidades o de dos vertientes a medida que los países centrales de Occidente aceleran su integración en la lucha contra el terrorismo?R. La globalización ya se ha ido desarrollando a distintas velocidades en distintas partes del mundo. De hecho, ha estimulado y permitido que personas de la calaña de Bin Laden proyecten sus ataques desde una caverna del empobrecido Afganistán. Para el futuro inmediato, creo que Europa y EE UU se unirán más, y más rápido, impulsados por el redescubrimiento de sus intereses comunes como civilización de sociedades libres. Quizá se les unan Latinoamérica y Japón. Rusia, China e India, de momento, trabajarán con la coalición liderada por Occidente.
©2001, Global Viewpoint.
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