'Los jugadores son egoístas, lo sé porque fui uno de ellos'
Vicente del Bosque (Salamanca, 1950) observa que los jugadores de fútbol, por naturaleza, suelen pensar en sí mismos antes que en sus compañeros. Se alejan del modelo que puso de moda Erwin Magic Johnson, de los Lakers, en los ochenta. 'No pienses qué pueden hacer tus compañeros por ti, sino qué puedes hacer tú por tus compañeros', decía Johnson parafraseando a John F. Kennedy.
Pero Johnson jugaba al baloncesto, y Del Bosque se mira a sí mismo y recuerda que fue un futbolista profesional que una vez pensó con egoísmo. 'Son egoístas. Lo sé porque fui uno de ellos', dice, con tono de afecto, al oír que la mayoría del vestuario madridista se pregunta por la conveniencia de cambiar el rombo por el doble pivote tras el encuentro contra el Celta. '¡Pero si McManaman y Makelele hicieron un doble pivote!', se asombra el técnico.
Del Bosque ha intentado prácticamente todos los esquemas posibles para adaptar a Zidane al Madrid, o viceversa. El último es el más clásico de todos y el que por lógica más conviene a Zidane, un media punta de toda la vida. Se trata del 4-4-2 con un medio centro, un media punta y dos volantes. Un dibujo típico de rombo con la particularidad de que el volante izquierdo, McManaman, debe bascular hacia el medio campo para ayudar al medio centro en defensa. Así jugó el Madrid contra el Celta. 'En la práctica, McManaman y Makelele jugaron juntos, como si fueran un doble pivote', advirtió ayer Del Bosque; 'McManaman se quedó atrás y casi se olvidó de Velasco'.
'Cada partido es un banco de pruebas', dijo Del Bosque la víspera de enfrentarse al Celta. Salvo un dibujo con tres centrales, el técnico ha ensayado con un 4-4-2 con doble pivote y con rombo, un 4-2-3-1, otro esquema en el que Zidane actuaba en la izquierda dejando toda la banda a Roberto Carlos, y otro en el que el francés jugó de segunda punta. Finalmente, el entrenador optó por situar a Zidane de media punta, o 10 puro. Así juega desde el 15 de septiembre, contra el Betis en Sevilla (3-1).
Sometido a una presión que se le renueva cada temporada desde 1999, Del Bosque se ha comportado como un maestro en el arte de resolver los dilemas que le plantean otros. Encontrar un sitio al excéntrico Anelka, redefinir al equipo para adaptarlo a la llegada de Figo y a la ausencia de Redondo, y volverse a inventar un sistema para acoger a Zidane han sido sus tres desafíos. Metido en faena para resolver el último se encuentra ahora mismo. ¿Cómo integrar a Zidane? De momento, esto es un arcano.
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