Coloccini se luce en Zorrilla
El Valladolid cayó muy pronto en la trampa del Alavés
Sólo una semana después de que Tote pusiera de moda al Valladolid con la goleada al Athletic en San Mamés y en el día en que Eusebio igualaba, con 524, el récord de partidos de un jugador de campo en la Primera División, en poder de Sanchís, el equipo de Moré regresó a su desdichada realidad, la que cuenta que en Zorrilla ha ganado sólo uno de los cinco encuentros jugados y que ha perdido tres. Ayer fue la mejor víctima para un Alavés necesitado de derrochar ataque después de cuatro viajes en los que había vivido colgado del larguero de su portería.
El Valladolid cayó en la trampa de Mané demasiado pronto. Tanto que de su arreón inicial apenas quedó nada cuando el Alavés se juntó atrás y comenzó a saber con seguridad que de Zorrilla había algo más que sacar que su ya clásico empate a cero. Además, en Valladolid se graduó con honores Coloccini, un defensa argentino cedido por el Milan que empieza a enseñar el porqué de la fama que le acompaña. Primero desmontó a los delanteros vallisoletanos y después se fue corriendo hasta el área contraria para iniciar el recital ofensivo de su equipo con un cabezazo soberbio. Tan a gusto se sintió en el césped que su buen talante se tornó en omnipresencia para frenar las posibilidades de reacción del rival e incluso terminó de resolver la contienda con el tercer gol de su cuadro, recién iniciada la segunda mitad.
VALLADOLID 1| ALAVÉS 3
Valladolid: Ricardo; Torres Gómez, Peña, Santamaría (Luis García, m. 46), Marcos; Óscar, Jesús, Eusebio (Sales, m. 67), Richetti; Tote y Cuauhtemoc (Turu Flores, m. 75). Alavés: Herrera; Geli, Coloccini, Téllez, Llorens; Astudillo, Pablo Gómez; Magno (Witschge, m. 58), Jordi Cruyff (Iván Alonso, m. 85), Ibón Begoña (Vucko, m. 70); Rubén Navarro. Goles: 0-1. M. 19. Coloccini, de cabeza. 0-2. M. 21. R. Navarro, tras un rechace. 0-3. M. 46. Coloccini, en un barullo. 1-3. M. 56. Luis García, de penalti. Árbitro: López Nieto. Amonestó a Coloccini, Marcos, Tote e Iván Alonso. 12.000 espectadores.
Antes de eso y después del primer gol de Coloccini, el Alavés, en sólo dos detalles de buen fútbol, había colocado el choque de su lado de manera inmisericorde. Al minuto del primer gol, un disparo de Magno se fue pegado a un palo y, con la defensa del Valladolid tocada de muerte, llegó el gol de Rubén Navarro.
Con todo lo que le estaba cayendo, el Valladolid no había cometido ninguno de sus pecados habituales. Por contra, se había regido por los cánones que marcan el papel de local cargado de buenas intenciones. A saber: buena conducción del balón, juego de banda, infinita movilidad de sus delanteros... Todo lo necesario para reafirmar todo aquello que, de momento, sólo le funciona lejos de su campo.
En ésas..., Moré decidió tirar la casa por la ventana, jugar con tres delanteros y casi sin defensas y se pasó media hora al borde de la reacción. Incluso acortó la enorme diferencia del marcador con un penalti más que dudoso de Téllez a Tote que puso el choque en un constante estado de nervios.
Pero el Alavés tenía mucho ganado y el guión bien aprendido. Remendó sus poquísimas grietas y no se dejó amedrentar por el obligatorio despliegue ofensivo de un equipo que terminó extenuado de tanto arrimarse al área y de tan poco llegar a la portería de Herrera.
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