Carlos Álvarez presenta 'Zarzuela gala', su primer disco de género chico
El álbum incluye un variado repertorio
Por egoísmo, por puro placer y porque es algo que no le ofrecen hacer encima de los escenarios. Por eso y por mucho más, Carlos Álvarez, que triunfa estos días como Rigoletto en el Teatro Real, ha grabado su primer disco sobre el género chico, Zarzuela gala, del que, asegura, 'no canto nada que no pueda cantar ante el público'. Sin trampas, sin trucos afronta el barítono malagueño un género que, según dice, 'continúa causando estragos fuera de España'.
Se presentó Carlos Álvarez de negro y con corbata azul, pero sin el bigote y la perilla de mosquetero que ha lucido últimamente. Lo hizo amable, dispuesto, conversador y muy orgulloso del producto que traía entre manos: Zarzuela gala, un disco grabado por la compañía Ensayo, que muestra al Álvarez acompañado de la soprano Ana Ibarra y la Orquesta Sinfónica de Galicia, dirigida por Miquel Ortega.
'Es un disco muy completo, creo yo, en el que, aparte de haber incluido un repertorio variado hemos metido también opereta, como Molinos de viento'. Otras romanzas de La rosa del azafrán, La del manojo de rosas, La del soto del parral, Los gavilanes, La revoltosa, Maravilla, El caserío, Luisa Fernanda y La canción del olvido, conforman una grabación que quiere cumplir un objetivo. Y éste es, según Álvarez, 'tratar mejor un género que lleva dentro una música capaz de ilusionar a quienes la escuchan', aseguró el cantante. Algo que está convencido de que puede hacerse aunque sea por motivos como los suyos. 'Yo canto zarzuela por puro egoísmo', asegura. 'El regocijo, el placer que yo siento haciéndolo me basta, aunque también haya un empeño en llegar a la mayoría de gente posible'.
Ese argumento, el del gusto por el gusto, tampoco es coartada para lo fácil en su caso, ni para que los recitales solitarios que él ofrece con mucho género chico de por medio sean un paseo en busca del aplauso cómodo. 'Canto cosas que no tengo oportunidad de hacer encima de un escenario pero yo me comprometería a hacer cualquiera de las zarzuelas que aparecen en el disco', afirma. Es su primer disco de zarzuela en un barítono que ya, con pocas dudas, empieza a ser considerado verdiano después de la gran prueba de Rigoletto, papel en el que ha debutado este mes en Madrid.
Quizá la confirmación en ese registro haga aumentar su fama y provoque más aplausos en el público de fuera de España cuando cante zarzuela por ahí, como por ejemplo en la próxima cita que tiene en Londres, donde ofrecerá un recital en el que incluirá piezas de género chico. 'Es una música de gran calidad y tenemos la obligación de exportarla. No me extraña que la gente, cuando lo escucha, se quede impresionada'.
En la presentación de ayer hubo elogios y anuncio de más proyectos similares. Si Juan Ángel Vela del Campo, crítico musical, definió a Álvarez por ser un cantante 'que refleja en su arte su propia vida', algo que según él, 'es secreto de su carisma, su popularidad y de que se le quiera', Rafael Banús, coordinador artístico de la Sinfónica de Galicia, anunció que existe otro proyecto discográfico parecido con el cantante, la orquesta y con la soprano María Bayo.
Álvarez dice ser hoy un cantante más maduro que hace quince días. El secreto es Rigoletto. Una prueba de fuego que el barítono ha superado. 'Ya no tengo miedo a Rigoletto. Le sigo teniendo respeto pero ya no le tengo miedo', asegura el artista de 35 años, que le dijo que no a una oferta de Riccardo Muti para ese papel hace años. 'Ahora más que nunca pienso que hice bien, no he hablado con él todavía, le contaré la experiencia cuando hagamos juntos Don Giovanni y Las bodas de Fígaro en junio en Viena y en el festival de Ravenna', afirma.
El mayor reto
Con Rigoletto le queda un periplo largo y hondo de cuatro años. Entre el 2001 y el 2004 lo hará en Madrid, Barcelona, Londres, Florencia y Chicago. Será su mayor faena. 'No creo que se me presente un reto mayor en mucho tiempo. Rigoletto es un personaje duro de pelar en cuestión vocal, interpretativa y física y lo que vaya a hacer en el futuro tendrá siempre una de las tres dificultades pero nunca las tres juntas', cuenta.
No hay más que ver el aspecto que presenta Álvarez en el escenario. No parece él, con un disfraz de látex que simula sangre, carne viva y joroba de unos ocho kilos. Algo que le ha ayudado a tomar distancias. 'La caracterización creo que ha sido necesaria. No soy Carlos para nadie. A mis amigos les cuesta reconocerme y los mayores piropos son de gente que no me conocía y al verme después, me han dicho: 'creíamos que tenía usted 50 años'. Eso prueba que he madurado. Es el mejor halago que podían hacerme'.
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