El mago del aire despega de nuevo
Michael Jordan causa una excelente impresión en su regreso a las pistas
Michael Jordan ya está aquí. Daba idea de lo que suponía su retorno a las pistas el luminoso fuera del pabellón de Detroit que antaño tanto se le había resistido al genio de los Bulls: 'Pistons vs. Michael Jordan'. Veintidós mil setenta y seis personas que en un pasado que ahora parece remoto le abucheaban, llenaban el jueves a rebosar las tribunas para partirse las manos aplaudiendo al resucitado y reclamar su presencia cuando el veterano se quedó en el banquillo. '¡Queremos a Jordan!', gritaban a coro en el tercer cuarto. '¡Queremos a Michael!', clamaban infructuosamente en el cuarto.
Jordan, uno de los mejores deportistas de la historia, dejó el baloncesto en 1998, tras conseguir su quinto campeonato con los Bulls con una canasta en el último segundo del sexto partido de la serie final en Utah. Se retiró como un Zeus y ha vuelto colmando las expectativas. Al anuncio de su salto a la pista con los Wizards de Washington -el desastroso equipo en el que adquirió una participación hace casi dos años, participación congelada al vestirse de corto- respondieron los aficionados de Detroit con pasión. En cuestión de horas coparon todas las entradas disponibles para el amistoso.
'Todavía tengo que mejorar, pero avanzo conforme a lo previsto', afirma el mítico deportista
El miércoles hubo momentos de suspense. Michael Jordan señaló que no se encontraba todavía a punto y que iba a dejar pasar ese partido y el de esta noche en Miami. Frenéticas llamadas de responsables de la NBA le hicieron ver lo que podría ocurrir. Si Jordan no jugaba, los Pistons se habían comprometido a cambiar las más de 22.000 localidades por entradas para el partido de la liga oficial, y sólo quedaban 2.000 libres, porque el resto es de abonados. 'No tenía ni idea de las expectativas de los aficionados', dijo Jordan. 'Una vez que todo el mundo me habló de las entradas vendidas y todo eso, me sentí obligado a jugar. No quiero decepcionar a nadie'.
Muy Michael Jordan, el genio que nunca ahorró esfuerzo en el pasado, por intrascendente que fuera el partido, porque, decía, siempre habría algún aficionado cuya única oportunidad de verle era ésa y no podía defraudarle.
Jordan entró en la pista como lo que es. Fue el último en la presentación de los Wizards y el pabellón se estremeció con gritos y aplausos, que continuaron durante todo el calentamiento. El marcador electrónico de la calle se quedó corto. No había ojos más que para él. Era Jordan contra todos los demás, fueran pistons o wizards.
Respondió al guión que el primer ataque de los locales fuera bloqueado por la mano del número 23, vestido en esta ocasión de un desorientador azul para quienes siempre lo vieron con el rojo de los Bulls. El guión hubiese sido perfecto si Jordan hubiera encestado su primer tiro, un triple. Falló, pero pronto volvió por donde solía al abrir el marcador para los Wizards.
Jugó sólo la primera mitad del encuentro, 8.08 minutos en el primer cuarto y 8.25 en el segundo. Entre una y otra, el partido fue interrumpido para mostrar la declaración del presidente George Bush desde la Casa Blanca. Cuando Jordan volvió en el segundo cuarto, los Wizards iban por delante 24-22. Al dejar la pista, perdían 45-31. El genio todavía está en periodo de rodaje, pero no va a ser el mago que salve al equipo. El partido terminó con victoria local por 95 a 85. El resucitado número 23 consiguió ocho puntos en cuatro encestes de ocho intentos.
Jon Barry, un escolta reserva de los Pistons, dejó en evidencia un par de veces al que fuera infalible y se puso profeta: 'Nadie va a tener piedad de él. Me da igual que tenga 38 años o que tenga 58'.
'Todavía tengo que mejorar, pero avanzo conforme a lo previsto', declaró quien sobre la pista aún no es el auténtico Jordan. 'Me sorprendí con lo bien que estuve en el primer cuarto. Hace tres años que no jugaba y me va a llevar algo de tiempo ajustarme'. El cambio del color de la camiseta fue casi tan importante como su retorno. 'Eso está superado', afirmó. 'Es una situación completamente distinta. Si estoy aquí y me preocupo por los Bulls y por la camiseta, tendría que preocuparme de Phil, de Scottie Pipen y de todos los demás. Éste es otro equipo. Lo que importa es lo que está dentro de la camiseta'. La empezará a sudar en serio a partir del próximo 30, en Nueva York y ante los Knicks, en el primer partido oficial de la liga de su segundo retorno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.