El coleccionista pródigo

Salió de su pueblo, Santa Fe, en Granada, hace un montón de años, casi sin nada, para buscarse la vida. Hacerse a sí mismo, como quien dice. Los que le conocen hablan de su tesón en el trabajo y de su certera visión de los negocios. Eso hizo que Carlos Sánchez, promotor inmobiliario, no tardara en prosperar. Su vida sería como la de cualquier otro hombre de éxito si no fuese porque ahora regresa a su tierra natal, pero no con coches de lujo ni alharacas millonarias, sino con una de las colecciones de arte más importantes del país: más de 400 cuadros, entre los que hay modiglianis, picassos, dalís, van dicks, tàpies o mirós...180 de esas obras pueden contemplarse desde anoche en el centro Damián Bayón. Son el trabajo de un coleccionista pródigo.

'A mí la pintura es que me ha gustado desde siempre', asegura a través del teléfono Carlos Sánchez, un hombre tímido que se confiesa 'corriente, como todos'. Le gustó la pintura desde el primer cuadro que adquirió, un Palmero. 'Eso fue en el año 1973: fue cuando me aficioné'.

Su colección privada, que abarca algunos de los mejores cuadros de este siglo, como Las tres gracias, de Picasso, o una Constelación, de Miró, se exhibe ahora por primera vez en España en Santa Fe. Muchas de las obras han sido requeridas en los últimos años para grandes exposiciones mundiales. Lo que puede contemplarse en el pueblo granadino está asegurado en 2.500 millones de pesetas. Pero vale mucho más.

'El coleccionismo es duro', afirma Sánchez. 'Pero es fascinante, porque cada vez te vas metiendo más y más en esto... Yo no me considero un experto, sino un aficionado'.

Su vuelta a Santa Fe ha provocado un montón de anécdotas. Como que el portero del centro donde se cuelga la muestra, llamada La visión recreada, fuese en la infancia compañero de pupitre de Carlos Sánchez. 'Sí', reconoce él. 'Ahora me estoy reencontrando a muchos antiguos compañeros'.

Residente en Madrid desde hace 17 años, casado y con un hijo, Sánchez tiene una empresa inmobiliaria, CCF-21, que le ha servido para alimentar su gran pasión por el coleccionismo. 'También', admite, 'me gusta revalorizar los cuadros'. Por eso apostó, además de los grandes pintores europeos, por artistas granadinos como Manuel Ángeles Ortiz, Ismael de la Serna o Manuel Ribera. 'Son pintores locales', dice, 'pero no localistas'.

El cuadro que más le costó conseguir -no habla de precios- fue Retrato de Beatrice Hastings, de Modigliani. El que más admira es Constelación, de Miró. Y uno de los que le apasionan es El incendio, de Magritte. Puede que algún día quien quiera verlos no tenga que hacerlo en París o en Madrid, sino en Santa Fe, su pueblo.