El fin del monopolio
El catedrático italiano Mario Sartor, de la Universidad Studi di Udine, aterrizó en Sevilla, ciudad que siempre ha monopolizado el tema del Barroco, con una reivindicación hecha ponencia: El mal llamado Barroco iberoamericano. El profesor dice que este nombre 'implica la erradicación de las aportaciones de otros países que no son la península Ibérica, como Italia, Francia o Flandes'.
'Mi propuesta es que se le denomine Barroco Latinoamericano', apuesta el profesor Sartor. Este especialistas italiano, como casi todos sus colegas, apuesta por acabar con una historia del arte ensimismada en cuestiones puramente estéticas. 'Los grabados europeos sirvieron para difundir en Latinoamérica el modo de vida occidental en su totalidad. Además de los artístico, está lo religioso, lo social y lo político', añade.
'No existe un Barroco, sino muchos barrocos. En cada territorio el estilo se fundió con el arte indígena y evolucionó de formas distintas. El Barroco es tan importante porque se trata de un estilo que ha sabido adaptarse camaleonicamente a las distintas circustancias con las que se ha encontrado', apunta Montserrat Galí, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Puebla (México).
Antonio Bonet Correa, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), pronunció ayer la conferencia inaugural del congreso y apostó también por la renovación de la disciplina. 'Sin el Barroco no se entiende el mundo hispanoamericano. Para nosotros tiene interés estudiar las fuentes del Barroco, pero lo increíble y lo maravilloso, lo que realmente nos fascina del Barroco iberoamericano, es cómo de un grabado pequeñito podían sacar esas arquitecturas excesivas, ese derroche de oros y brillos', apuntó Bonet Correa, uno de los padres del Barroco Iberoamericano como disciplina académica.
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