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'Si no descubro el Mediterráneo, me muero', afirma Ian Gibson en Sevilla

El escritor arremete contra el fanatismo en su novela 'Viento del sur'

John Hill, un hispanista inglés educado en el más estéril y estricto protestantismo, fue salvado por España, por la sensualidad y el gusto por la vida de un país bañado por el Mediterráneo. Así lo cuenta el hispanista Ian Gibson (Dublín, 1939) en su novela Viento del sur (Plaza y Janés). Gibson, que presentó ayer su obra en Sevilla, reconoce que el personaje de John Hill está lleno de elementos autobiográficos. 'Mi libro es un alegato contra el puritanismo. Es un libro lleno de resentimiento, furia y rabia', señaló Gibson.

Licenciado en Filosofía y Letras y doctor honoris causa por el Trinity College de Dublín, Gibson adquirió la nacionalidad española en 1984. El hispanista se instaló en El Valle (Granada) en 1991. Gibson ha escrito varios libros imprescindibles para el conocimiento de Federico García Lorca. Otras obras notables del autor dublinés son En busca de José Antonio (1980), Paracuellos, cómo fue (1983) y La vida desaforada de Salvador Dalí (1998). Viento del sur, que tiene como epígrafe Memorias apócrifas de un inglés salvado por España, es su primera novela.

'Viento del sur es una mezcla, un potaje con varios componentes. Por ejemplo, la infancia es muy autobiográfica. En cambio, el año en París es inventado. Todo el trasfondo de la novela es autobiográfico con elementos de sátira, parodia, humor negro...', indicó Gibson. 'La novela es un poco una parodia de las autobiografías inglesas. He querido contar vivencias mías, pero sin recurrir a la pauta autobiográfica convencional. Porque recurrir a esa pauta es doloroso. No puedes decir todo lo que quieres porque hay gente que vive. Entonces lo que hago es una falsa autobiografía que me permite inventar', comentó el escritor.

Gibson recuerda con una mezcla de tristeza y rechazo su infancia en una familia metodista. 'En mi familia había elementos protestantes que me hicieron mucho daño, con su acento de clase dominante y su esnobismo. Mi familia era muy buena gente. Era una familia de víctimas de un sistema puritano. Yo recibí la carga de ese sistema puritano que me jodió vivo. Si no descubro el Mediterráneo, me muero', remachó Gibson.

España cambió su vida. 'Fui a Madrid en 1978. Adoro Madrid. El único sitio de España donde no me encuentro del todo a gusto es Cataluña porque es un lugar donde la gente está obsesionada con el ahorro', aseveró. Gibson apenas ve diferencias entre Andalucía y el resto de España. 'Hombre, sí que hay diferencias con Galicia y el País Vasco, pero los rasgos varían poco. Lo que sí creo es que Andalucía nunca ha sido nacionalista y me parece innecesario que tenga un himno', agregó el hispanista.

El rechazo del puritanismo que le amargó la infancia tiene su traslación en la novela. El padre del protagonista es un hombre solitario, lleno de una oculta ternura, del que se descubre tras su muerte que había dedicado parte de sus ingresos a ayudar a los demás. El hermano es un homosexual que reprime sus deseos en el marco de un ambiente asfixiante. 'Todo esto viene de mi experiencia con matices cambiados. No voy a negar que el hermano del protagonista es mi propio hermano, que murió en un manicomio en la vida real. Pero eso nunca lo voy a explicar en un libro', dijo el autor.

Paraíso o infierno

Gibson se opone al fanatismo con ahínco. 'Los fanáticos te meten en el coco que su religión es la única verdadera. Un fanático es alguien que ha estado de rodillas adorando a su dios y sale furibundo a la calle. He vivido en la linde del fanatismo en Irlanda. El dios castigador de los talibán ofrece una disyuntiva: paraíso o infierno. Todo esto lo he vivido. Yo me salvé por la cultura. La literatura tiene una virtud salvadora. Tuve la suerte de ir a la universidad y aprender otros idiomas', indicó.

El fanatismo de los talibán no puede ocultar la 'profunda tristeza' que le produce el ataque de EE UU a Afganistán. 'Los cristianos se olvidan de ofrecer la otra mejilla. Creo en el diálogo. Dios ha inventado también esa posibilidad: y ha creado la razón. Creo en el diálogo incluso con asesinos. Bush es un hombre profundamente inculto. Por eso no le dejan improvisar. Y cuando improvisa, mete la pata', agregó el autor de Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca.

Gibson lamenta el papel de España en el conflicto. 'España niega su pasado, niega haber sido un país musulmán. Hay una amnesia terrible. En España no se enseña árabe magrebí en las escuelas. Y España debería servir de puente entre Oriente y Occidente', concluyó el escritor.

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