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Crónica:Gran Premio del Pacífico | MOTOCICLISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Alzamora se supera a sí mismo

El leridano acaba segundo en los 250cc, tras Harada, pese a sufrir una parálisis facial

Emilio Alzamora (Honda) fue el héroe del día en Motegi. Y no sólo por su mejor resultado desde que corre en los 250cc. Lo fue, sobre todo, por las condiciones físicas en que obtuvo la segunda posición, tras el japonés Tetsuya Harada (Aprilia): desde hace días sufre una parálisis facial, causada por una infección en la muela del juicio, que le impide cerrar el ojo derecho y le dificulta el habla. Sólo su espíritu de superación le permitió sobreponerse para aprovechar la doble caída de los habituales protagonistas de la cilindrada, el japonés Daijiro Katoh (Honda) y el italiano Marco Melandri (Aprilia), para subirse al podio.

El español lo ha pasado mal últimamente. Lleva semanas sin estar al ciento por ciento. Ayer, al empezar la carrera, ni siquiera estaba seguro de poder terminarla. Había dormido fatal y le dolía todo. Unas gafas oscuras ocultaban el aspecto desencajado de su cara. Pero, cuando el semáforo se puso verde, el ex campeón mundial de los 125cc olvidó todos sus males y se transformó.

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Pese a una salida regular, fue capaz de recuperarse para empezar a pelear por la cuarta posición, lo máximo que el trío dominador de la cilindrada, Katoh, Harada y Melandri, acostumbra a permitir al resto del pelotón.

Luego, cuando vio, delante de él, que el italiano se caía y era arrollado por el líder del campeonato, al catalán se le regeneraron las fuerzas. 'Hoy es la mía', pensó dentro del casco. Y apretó los dientes para impedir que el británico Jeremy McWilliams le estropeara la fiesta. 'Por una vez que el de arriba se pone a mi favor...', exclamó, mirando al cielo, tras consumar su gesta. Al bajarse de la moto, tuvo que ser atendido inmediatamente por el médico y su mánager le tendió rápidamente las gafas de sol para disimular las facciones desfiguradas de su rostro.

Josep Alzamora, postrado en una cama del hospital de Lleida, en el que se recupera del gravísimo accidente de tráfico sufrido cuando regresaba del reciente Gran Premio de Valencia, debió de sentirse orgulloso de su hermano pequeño.

'A él le dedico este éxito. Estuvo a punto de morirse', dijo Emilio con la voz entrecortada por la emoción. Su adelantamiento a McWilliams en la última vuelta no había delatado ni el dolor ni la molestia que sufría. 'Este fin de semana ha sido una pesadilla, no podía más', reconoció.

En uno de sus circuitos más propicios -en tres visitas, siempre ha subido al cajón-, Alzamora vivió un gran día. A pesar de sus indiscutibles méritos, muchas veces ha tenido la mala suerte de que sus triunfos coincidieran con otros de sus colegas españoles. Por ejemplo, cuando fue campeón de los 125cc el mismo año que Àlex Crivillé hacía historia en los 500cc o como esta misma temporada, cuando su segunda posición en Holanda quedó oscurecida por la victoria de Toni Elías. Pero esta vez no hubo discusión: el leridano recogió el premio más gordo y obtuvo todo el reconocimiento. Ya puede empezar a pensar en su primer triunfo en los dos y medio, categoría en la que el próximo curso peleará por el título. 'Ahora quiero seguir en la misma línea y estar delante de todos en las carreras que faltan'.

Este año la corona se la jugarán Katoh y Harada. Tras la caída de ayer del líder, que interrumpió su racha de 27 carreras seguidas puntuando, la diferencia entre ambos es de sólo 24 puntos. Afortunadamente, a pesar de lo espectacular que fue el incidente, ni Melandri ni Katoh sufrieron lesiones de importancia. 'Tengo suerte', concluyó el japonés.

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