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Columna
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El defensor

El Grupo Socialista en la Asamblea de Madrid se ha liado con lo del Defensor del Menor. Su portavoz, Pedro Sabando, criticó la propuesta del PP para que el ex delegado del Gobierno Pedro Núñez Morgades sustituyera a Javier Urra al frente de la institución. Una crítica algo precipitada y que parece más el fruto de una oposición sistemática a todo lo que propongan sus rivales políticos que el resultado de una reflexión. Será probablemente el reflejo indeseable de lo que el partido en el Gobierno hace con todo lo que la oposición propone, sea razonable o no, tal y como se puso de relieve en el último debate sobre el estado de la región. Esa soberbia con la que el Grupo parlamentario Popular vapulea cualquier planteamiento de las otras formaciones, aprovechando su mayoría absoluta en la Cámara, no sólo empobrece el debate hasta desvirtuar su razón de ser, sino que provoca en las filas contrarias actitudes apriorísticas igualmente negativas.

Nos encontramos así al doctor Sabando poniendo en duda, por una parte, la capacidad de Núñez Morgades para ocupar ese cargo y echándose las manos a la cabeza, por otra, al considerar incompatible con dicho cometido su militancia en el PP. Medir la capacidad es siempre muy subjetivo, pero está claro que el currículo del candidato no es ajeno a los asuntos que tendrá que afrontar. Como delegado del Gobierno en Madrid y en otras provincias españolas, estuvo bien cerca de los problemas de la droga, el alcoholismo e incluso los malos tratos a la infancia, que ahora deberá abordar como Defensor del Menor. También conoce por experiencia todo lo relacionado con la inmigración, conocimientos que le serán ahora de gran utilidad porque con los hijos de los inmigrantes hay muchísima tarea por hacer. Por lo que se refiere a la incompatibilidad en términos reglamentistas lo que señala el portavoz socialista es rigurosamente cierto. La Ley del Defensor del Menor considera incompatible militar en un partido con el desarrollo del cargo. Sin embargo, ese mismo reglamento no impide que la persona designada pueda ocuparlo si suspende temporalmente su militancia, que es lo que está dispuesto a hacer Pedro Núñez Morgades. Esto sería una forma descarada de regatear la norma, de no ser porque lo que se supone que el espíritu de la ley pretende con dicha exigencia es que el elegido sea una persona aceptada por todos y en la que no primen los intereses partidistas. En ese sentido, la trayectoria personal de Núñez Morgades es un ejemplo de cómo se puede ganar el respeto y la confianza de quienes militan en otras formaciones rivales. Durante los cuatro años que permaneció al frente de la Delegación del Gobierno, ofreció una auténtica exhibición de diálogo y tolerancia que a ninguna fuerza social ni política le pasó inadvertida. Incluso quienes desde su propio partido le acusaban entonces de ser excesivamente blando e indulgente han tenido que tragarse sus críticas ante los pésimos resultados de la dureza mostrada por su sucesor. Ese talante abierto es el que ha sabido apreciar en lo que vale el coordinador de Izquierda Unida, Ángel Pérez. Contrariamente a lo manifestado por Sabando, Pérez cree acertada la designación del ex delegado del Gobierno por considerarle una persona dialogante. Es más, ha lamentado que el Partido Popular perdiera la oportunidad de hacer una propuesta consensuada por entender que con Núñez Morgades hubiera resultado muy fácil llegar a un acuerdo.

Las manifestaciones del coordinador regional de IU a favor del personaje dejaron un poco descolocado al portavoz socialista. Tanto es así, que este último decidió rectificar ante algún medio informativo sus declaraciones iniciales contra la candidatura del ex delegado del Gobierno para suavizarlas un poco. En cualquier caso, y aunque don Pedro Sabando ande todavía algo despistado en su papel de portavoz del PSOE, es un político bien intencionado que sabrá valorar a quienes por encima de todo se comportan como personas. Es el caso de Pedro Núñez Morgades, un personaje al que echábamos de menos de la escena pública y que viene a sustituir a un hombre que también supo dejar el listón muy alto. Javier Urra tal vez pecara de exceso de personalismo en el ejercicio de sus funciones, pero ha sabido implantar y proyectar públicamente una institución inédita. A Núñez Morgades le corresponde hacer otro tanto. Que la suerte le acompañe.

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