Vaya moruchada

Vaya moruchada que mandó José Farías en busca de cartel para su ganadería pues todas las reses fueron pitadas en el arrastre. Pese a la carencia de casta de los moruchos, Humberto Flores triunfó por su entrega total y cortó una oreja a cada uno de sus adversarios. De hinojos, el jaliciense esperó a sus dos enemigos para darles una larga cambiada y con estilo lanceó al distraído y topón primero, al que David Leoz le asestó un excelente puyazo. Con férrea voluntad logró una emotiva faena y al entrar a matar dando el pecho recibió una cornada menos grave en la cara interior del muslo derecho pero permaneció en el ruedo hasta despachar el cuarto.

A este astado le dibujó el quite de las orticinas y aguantando horrores le bajó las manos y aunque la bestia derrotaba a diestra y siniestra, enhebró su toreo por abajo.

Con el medroso segundo, Carlos Ortega se esforzó por hacerle acudir al engaño sin conseguirlo. Al quinto, un manso perdido, Ortega lo persiguió por toda la arena y en un descuido el peligroso cornúpeta, que no le hacía caso, le pegó un arreón, lo levantó aparatosamente y el diestro resultó conmocionado. Como también el primer espada estaba en la enfermería, Marcial Herce despachó al bicho como pudo.

Herce saludó con señoriales verónicas a sus dos oponentes. En su muleteo al tardo y rebrincón tercero, retrasando la sarga al citar consiguió que la bronca arremetida de la fiera hiciera medio viaje y así pudo ejecutar escalofriantes pases. Con el poderoso sexto expuso mucho, pues fueron más los hachazos que el morlaco le tiró que las suertes limpias que Herce le enjaretó. Al intentar dar un muletazo fue derribado y el bicharraco hizo por él y si no hubiera sido por los providenciales capotes de su cuadrilla, quién sabe quién hubiera tenido que despachar al sexto de la noche.