_
_
_
_
Reportaje:BARRANCOS DE ANCHUELA | EXCURSIONES

Recuerdos profundos

Hondas hoces, viejas sabinas y ruinas de molinos rodean este pueblecito del extremo nororiental de Guadalajara

Anchuela del Campo es un pétreo pueblecito del antiguo señorío de Molina, y más concretamente del sexmo de Campo-Mesa, en el que sólo una docena de valientes vive de continuo. En cuanto acaba el verano, y como aquí el otoño es un suspiro, el que puede sale escopetado de este páramo glacial que, situado a 1.160 metros de altura y rodeado por todas partes de hondos barrancos y ancianas sabinas, ofrece uno de los cuadros más románticos y más evocadores de la pequeñez humana que quepa imaginar, sólo superado por la famosa foto de la Tierra asomando sobre el horizonte lunar.

En Anchuela no hay mucha gente, pero hay una preciosa fuente-lavadero de 1913, un olmo más o menos de la misma época, una casa blasonada, una iglesia con planta de cruz latina sufragada por un indiano en el siglo XVII y, al lado de la vieja era, la afiladera, una misteriosa pella metálica que dicen que cayó hace mucho de una diligencia -un ovni soltando lastre parecería menos extraño que una diligencia surcando estas soledades- y que, acarreada en pala mecánica a la báscula de camiones, dio más de 300 kilos de peso.

En esta báscula, precisamente, vamos a iniciar un paseo por las espectaculares gargantas calizas que rodean Anchuela, y lo hacemos siguiendo la excelente pista de tierra que baja por el barranco de la Hoz o de Concha en busca del río Mesa, un río que, caso insólito en Guadalajara, envía sus aguas al Mediterráneo pasando por el Piedra, el Jalón y el Ebro. Las únicas señales de civilización que vamos a ver en adelante, fuera de los muchos buitres que comparten educadamente estos riscos, son las marcas de pintura blanca y azul que jalonan el camino y las ruinas de tres molinos.

Después de tres cuartos de hora de andar, entre paredes cada vez más altas y más espeso sabinar, desembocamos en el río Mesa, el cual vadeamos de inmediato para arrimarnos a los restos del molino del Barranco, el último que molió la cebada de Anchuela, casi hasta 1960, siendo Miguel Navarro el postrer molinero, datos éstos que hemos obtenido de Adrián Gutiérrez, uno de los osados que, a sus 69 años, permanece firme como un clavo en el pueblo. El lugar, entre álamos, herbazales y juncos churreros, es un oasis.

Caminando río abajo, viejos nogales y muretes caídos nos hablan de cuando estas jugosas tierras ribereñas eran huertos productivos. Luego, la garganta se angosta y la senda, muy entretenida, nos obliga a pasar en fila india por estrechos ribazos de roca desnuda, a culebrear por entre tortuosas sabinas y a saltar el río cada dos por tres. Así, hasta llegar en una hora más frente a la ruina del molino del Bartolo, que fue propiedad de Emeterio Gutiérrez, el tío de Adrián.

El hombre que Adrián recuerda no cuadra con el estereotipo del molinero que medra abusando en la maquila, antes era un pobre que cenaba setas de chopo a falta de otra cosa, que casi tenía que mendigar el grano para moler recorriendo en burro los pueblos de la comarca y que encima estaba a expensas de un río sometido a fortísimos estiajes. Resume Adrián: 'Cuando el río lleva agua, bebe el molinero vino, y Cuando no lleva agua, ni bebe agua ni vino'.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Poco más adelante, afluye al Mesa el barranco Hondo -también llamado de la Toba, pues tobácea es la roca amarillenta que forma su lecho, casi siempre seco-. Por él sube una vereda, ya sin señalizar, que nos va a permitir conectar en diez minutos con una amplia pista y, avanzando por ella a mano derecha, estar de regreso en Anchuela a unas tres horas del inicio. Pero antes de ello, podemos seguir otro trechito Mesa abajo y, tras salvar por arriba un contrafuerte que impide progresar por la misma orilla del río, descender a las ruinas del molino de Amayas. Éste debe de ser muy antiguo, porque Adrián no lo recuerda en activo. Só1o recuerda el vecino saltaero, escalón donde el Mesa cae a plomo, y, como las truchas no pueden remontarlo, se pescan allí a capazos. Memoria selectiva.

Por sendero señalizado

- Dónde. Anchuela del Campo (Guadalajara) dista 175 kilómetros de Madrid yendo por la carretera de Barcelona (N-II) hasta Alcolea del Pinar y luego por la N-211 (dirección Molina de Aragón) hasta Anquela del Ducado, para doblar aquí a la izquierda hacia Turmiel y Anchuela. La pista que debemos seguir al principio de la excursión es la que, justo antes de entrar en el pueblo, sale de la carretera a mano izquierda en dirección a la báscula de camiones. - Cuándo. Paseo circular de tres horas de duración -unos nueve kilómetros-, con un desnivel acumulado de 140 metros y una dificultad baja, que coincide en buena parte -hasta el barranco Hondo- con el sendero GR-66, señalizado en blanco y azul. Principios de otoño y finales de primavera son las mejores épocas, pues la temperatura es agradable y el río Mesa puede vadearse con comodidad. - Quién. La empresa Haciendo Huella (José Abascal, 24, teléfono: 91 593 04 41) ha programado para el próximo día 21 de octubre una excursión guiada por el río Mesa desde Anchuela hasta Mochales. Cuesta 3.200 pesetas, incluido el viaje de ida y vuelta en autobús. - Y qué más. Cartografía: hoja 24-18 (Milmarcos) del Servicio Geográfico del Ejército, o la 463 del Instituto Geográfico Nacional.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_