La turbulenta infancia de la Tierra no impidió la aparición de la vida
La corteza, la atmósfera y la hidrosfera se formaron en menos de 80 millones de años
El Sol, la Tierra y otros planetas se formaron a partir de polvo y gas aproximadamente hace 4.550 millones de años. Los rocosos planetas interiores del sistema solar -Mercurio, Venus, Tierra y Marte- se formaron a partir de los cascotes producidos por la colisión de cuerpos rocosos menores denominados planetesimales.
Estos impactos dejaron la Tierra derretida. Como en una fundición, el hierro líquido se hundió para formar el núcleo de la Tierra, dejando atrás la escoria de un manto rocoso. Este proceso de diferenciación tuvo lugar entre 50 y 100 millones de años después de la formación del planeta. Posteriormente, hace 4.450 o 4.460 millones de años, la Tierra quedó prácticamente desgarrada por una colisión con un planetesimal especialmente grande. Los materiales desprendidos de ambos formaron la Luna. La propia Tierra se transformó en una bola fundida, con una atmósfera de roca vaporizada.
Sin embargo, sólo 50 millones de años después de aquello, según las últimas pruebas geológicas, nuestro planeta tenía continentes y océanos: el pasado enero, dos equipos internacionales de geólogos encontraron pruebas de la existencia de mares en el planeta hace unos 4.400 millones de años. Argumentaron que las distintas formas de oxígeno presentes en circones (minerales de circonio) de Australia occidental se habían visto afectadas por el contacto con el agua líquida.
Cincuenta millones de años parece mucho tiempo pero, ¿es suficiente como para enfriar toda la Tierra y que deje de ser una bola de fuego para convertirse en un planeta capaz de albergar agua líquida? 'Me parece un poco difícil', comenta el geoquímico alemán Herbert Palme. El geofísico estadounidense Norm Sleep discrepa, ya que cree que el océano de magma se podría haber enfriado rápidamente. El polvo resultante de la roca vaporizada reflejaría la luz del sol, acelerando el enfriamiento. Podría haberse formado una corteza sólida sobre el océano de magma que cubría todo el globo sólo 2.000 años después de la formación de la Luna. Sleep calcula que dos millones de años podrían haber sido suficientes para que la temperatura superficial cayera hasta el punto de ebullición del agua.
El problema, según Sleep, es saber si se mantuvo la Tierra suficientemente templada. El Sol se ha ido calentando con el tiempo: en el período hádico (hasta hace 3.800 millones de años) era aproximadamente un 30% más débil que hoy. Si aquel sol brillara sobre la Tierra actual, nuestros océanos serían hielo de polo a polo. El infierno podría haberse helado, según Sleep y su colega Kevin Zahnle. En junio, Sleep y Zahnle propusieron que la atmósfera de la Tierra hádica contenía poco dióxido de carbono (CO2), un importante gas de efecto invernadero. En combinación con el débil y joven sol, habría creado una Tierra similar a una bola de nieve. El CO2 se habría fijado para convertirse en rocas y se habría enterrado en las profundidades de la tierra. Además, los restos de los impactos de cometas y asteroides habrían reaccionado con el CO2 y lo habrían eliminado de la atmósfera.
Si los océanos, una vez formados, se hubieran helado casi inmediatamente, la vida habría tenido sólo una pequeña ventana de oportunidad. Los estudios de los organismos primitivos indican que las primeras células vivas fueron hipertermófilas, más felices en unas aguas lo suficientemente calientes como para matar a la mayoría de los organismos actuales. Si el hádico duró una hora, la vida sólo tuvo cinco o seis segundos para ponerse en marcha. De nuevo, la sucesión temporal exacta se vuelve importantísima, pero jamás podremos saber con seguridad cuándo se inició la vida, sino solamente cuál es el último momento en que pudo haberse iniciado.
Un inicio cálido y múltiple
El ambiente en la joven Tierra estuvo plagado de explosiones que habrían hecho que una guerra nuclear pareciera un despliegue de fuegos artificiales. Cometas y asteroides gigantescos la golpeaban continuamente, haciendo hervir gran parte de los océanos y esterilizando el planeta. Pero es evidente que la vida sobrevivió. De hecho, las últimas teorías indican que los primeros microorganismos, lejos de ser frágiles, estaban sólidamente adaptados a entornos extremos. Hacían que la mayor parte de la vida actual parezca enclenque en comparación. Las señales más antiguas de la vida sobre la Tierra se encontraron en 1996, conservadas en rocas de 3.800 millones de años del suroeste de Groenlandia. Algunos investigadores creen ahora que la vida se inició varias veces en los océanos primitivos, y los meteoritos la aniquilaron. En cualquier caso, no es fácil hacer aparecer células vivas a partir de un caldo de sustancias químicas sencillas, y puede que la Tierra sólo tuviera un breve periodo de tiempo para que esto pasase. Por eso, algunos investigadores creen que es posible que nuestro planeta necesitara algo de ayuda desde el exterior, que pueda existir vida incluso ahora en otros mundos que muestren alguna señal de habitabilidad. Uno de ellos es Europa, la luna de Júpiter, que parece ocultar un océano bajo una capa de hielo.
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