Privatización 'sui géneris' tras 51 años de existencia

La venta de Aerolíneas Argentinas al Grupo Air Comet cierra una década de desencuentros y sobresaltos en el entorno de la compañía, llena de tiranteces que llevaron a enfrentamientos con los trabajadores y puso en jaque a las autoridades españolas y argentinas. La operación de ayer, que deja la sociedad en manos españolas, supone la privatización de una entidad que siempre ha estado en manos pública, primero argentinas y luego españolas.

Aerolíneas, creada el 7 de diciembre de 1950, pasó a depender del sector público español en 1991 al entrar Iberia, integrada entonces en el INI, en su capital. Hasta 1996 aumentó de forma escalonada la participación desde el 20% hasta el 84%. La negativa de accionistas argentinos y de otras nacionalidades (American Airlines estuvo a punto de quedarse con ella) a suscribir ampliaciones de capital hizo que la SEPI -heredera del INI- asumiera la participación de Iberia y la ampliara posteriormente al 91,2%.

Entre 1991 y 1996, el grupo público español invirtió un total de 216.000 millones de pesetas, a los que hay que añadir otros 114.000 millones que contenía el Plan Director puesto en marcha por la SEPI en 1999. Este plan suponía el recorte de 1.200 empleados mediante prejubilaciones y bajas incentivadas y cambiaba la gestión de la aerolínea, que en los últimos diez años solamente logró beneficio en un ejercicio, el de 1997 (300 millones de pesetas).

El plan, muy similar al que se aplicó para reflotar Iberia en 1995, fue frontalmente rechazado por el poderoso sindicato de mecánicos de la empresa (APTA). El enfrentamiento y las movilizaciones hizo que la SEPI dejara de aportar nuevos fondos el pasado mayo. Ello bloqueó el pago de nóminas y abocó a la suspensión de pagos. La SEPI plantó un órdago que mantuvo a pesar del sentimiento antiespañol que provocó desórdenes públicos contra interesases españoles. La SEPI puso en venta la empresa y ahora, en plena crisis del sector, la operación deja muchos interrogantes.