De la Rosa, 12º, y Alonso abandona
Indianápolis no registró incidentes y rindió un homenaje a los bomberos de Nueva York
Los dos puntos que logró en el último gran premio (Italia) parecieron dar alas a Pedro Martínez de la Rosa. Y en el circuito de Indianápolis, el piloto español volvió a dejar constancia de su agresividad y de las dotes de pilotaje que atesora. Sin embargo, esta vez estuvo a punto de verse obligado al abandono cuando su Jaguar tocó el Bar de Jacques Villeneuve al intentar adelantarle, y, a pesar de llegar a ocupar la novena posición, nunca consiguió ir por delante de su compañero de equipo, el irlandés Eddie Irvine.
Ésa era un poco su batalla y ésa fue al final su cruz. Mientras Irvine se instaló cómodamente en la zona intermedia de la carrera y consiguió incluso acabar quinto, tras un gran adelantamiento sobre Nick Heidfeld (Sauber) en la parte final de la prueba, De la Rosa tuvo que pelear como un loco y arriesgarlo todo para salir del atolladero en que se vio metido durante la carrera.
De la Rosa salió en la 18ª posición por detrás de Villeneuve. Y su duelo con el canadiense marcó su trayectoria. Intentó adelantarle en varias ocasiones. Y cuando lo logró por el interior, Villeneuve no le vio y le tocó. El de Bar tuvo que entrar en boxes. De la Rosa, en cambio, llegó a ser noveno, antes de que su entrada en los boxes le relegara a duodécimo.
Peor suerte tuvo Fernando Alonso, que luchó durante un tramo de la carrera para alcanzar a De la Rosa, pero que tuvo que abandonar tras 38 vueltas con problemas mecánicos en su Minardi.
Homenaje a los héroes
La fiesta del GP de EE UU comenzó con un homenaje de los organizadores y del público a los héroes que arriesgaron sus vidas tras el atentado terrorista del pasado día 11 en las Torres Gemelas de Nueva York. Durante la ceremonia de apertura, una delegación de los bomberos neoyorquinos que participaron en las operaciones de salvamento estuvo en el circuito de Indianápolis.
El espectáculo ofreció todos los tópicos americanos: una bandera estadounidense gigantesca, transportada por 36 personas y desplegada en el centro de la pista; una coral cantando God Bless America (Dios proteja a América), y el público emocionado cantando y enarbolando banderas estadounidenses que, más adelante, se intercalaron entre otras rojas de Ferrari. John Mellencamp, en un escenario improvisado, cantó Paz en el mundo ante decenas de niñas representando a todos los países del mundo.
Al margen de algunas manifestaciones propias de la emotividad del momento, no hubo incidentes destacables ni en las horas previas, ni durante el desarrollo del GP de EE UU. Se trataba del primer acontecimiento deportivo de relieve mundial que se producía tras el atentado terrorista del 11 de septiembre, y América quiso constatar de nuevo la unidad de todo el país contra este tipo de actos. Fue un éxito de los organizadores, pero también de la F-1, que consiguió reunir a más de 175.000 espectadores en las gradas de Indianápolis.
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