Londres: guerra de letras
EL OTOÑO londinense se presenta tormentoso. Al menos para dos portavoces de la llamada literatura de la Commonwealth. V. S. Naipaul, de origen caribeño y residente en Reino Unido desde 1950, había dado por concluida su etapa de novelista de ficción, pero regresa con una nueva novela, Half Life. Sin tiempo a su aparición en las librerías, el volumen ha provocado la furia del que fuera su discípulo y amigo Paul Theroux. La amistad se rompió en 1996 y saltó a la luz con la publicación de Sir Vidia's Shadow, donde el autor norteamericano reniega de su mentor y construye un brutal retrato de Naipaul.
En esta ocasión, Theroux escribe una devastadora crítica de Half Life. 'Es el libro más ligero y extraño que ha escrito', afirma. Y añade: 'La novela no conduce a ningún sitio. Tampoco trata de nada, simplemente es una colección de situaciones y observaciones de Naipaul'. Y remata: 'Le falta fluidez, es torpe, increíble, mal escrita, deliberada y rara'. Naipaul advierte en una nota de introducción que el libro 'no es exacto en cuanto a los países, periodos o situaciones que parece describir', pero, su amigo considera el experimento un fracaso y advierte que su publicación se debe exclusivamente a la fama del autor.
A Naipaul le gusta la polémica y en anticipación a la llegada de Half Life arremetió en una entrevista contra los grandes de la literatura en inglés, como Dickens, Joyce y Soyinka, entre otros. El artículo reavivó la vendetta con Theroux y éste se sintió obligado a poner los puntos sobre la íes.
Una postura similar, aunque más bien defensiva que ofensiva, adopta el crítico literario de The Guardian, John Sutherland, respecto a Fury, de Salman Rushdie. Su última novela y primera en su nuevo exilio neoyorquino acumula críticas feroces en la prensa británica. De sabor autobiográfico, con carencia hacia las descripciones interminables, poblada de cientos de referencias a literatos, cineastas y demás creadores, Fury no transmite esa furia a que hace referencia el título. 'Rushdie lleva mucho tiempo sobrevalorado como novelista, pero después de tres porquerías seguidas, es hora de relegarlo de la primera liga', argumenta Matt Thorne en The Independent On Sunday.
Frente a ellos salta Sutherland, quien presiente que criticar a Rushdie se ha puesto de moda. 'Está pagando por su deserción', dice en referencia al abandono de su residencia londinense en favor de Nueva York. Sutherland no llega a alabar Fury, pero defiende que el horizonte de Rushdie no se asienta en una entrega literaria en particular, sino en la construcción de un cuerpo compacto. La historia tendrá la última palabra.
En aguas más tranquilas se mueve un par de autoras. En According to Queeney, Beryl Bainbridge construye un humano perfil del lexicógrafo Samuel Johnson, que muchos consideran su mejor novela. La historia arranca con una autopsia practicada sobre un cadáver el 15 de diciembre de 1784 y las mismas técnicas de disección se aplican a la narrativa. Bainbridge se detiene en los últimos veinte años de la vida de Johnson para desmenuzar su relación con Hester Thrale, la esposa de un rico cervecero que le acogió en el seno familiar. Ante un reto biográfico magníficamente explorado por James Boswell, Bainbridge recurre a la perspectiva de la hija de Hester, apodada Queenie, para reconstruir la relación y dibujar el ambiente social de la época.
According to Queeney no dará a su autora el Premio Booker que los sucesivos jurados le han negado hasta la fecha. Su candidatura ha sido descartada ante las propuestas de novelistas igualmente reconocidos, Ian McEwan y Peter Carey, entre ellos, y de autores emergentes y debutantes, como Andrew Miller y Rachel Seiffert. Tras su serie de relatos cortos y la galardonada Amsterdam, el escocés McEwan cambia de clave en Atonement, obra de época y con estructura tradicional en tres actos, que describe como 'mi primera novela en homenaje a Jane Austen, mi novela de una casa señorial de campo'.
Mientras, Doris Lessing se embarca con 81 años en una gran aventura, un recorrido por la historia de la segunda mitad del siglo XX. Sin ser estrictamente autobiográfica, The sweetest dreams contiene personajes y situaciones próximos a esta prolífica creadora, galardonada este año con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Su lectura ofrece quizá la única oportunidad de descifrar su trayectoria durante ese mismo lapso ya que, como ella escribe en la presentación del libro, ha renunciado a escribir la tercera entrega de su autobiografía. No habrá secuela a Under my skin y Walking in the shade para evitar, señala, 'herir posiblemente a gente vulnerable'.
Con las identidades camufladas, esa 'gente vulnerable' convive al amparo de la protagonista, Frances, en una mansión de Hampstead, cerca de la residencia real de Lessing. Hay un mundo de personajes: hijos, amigos, los hijos de los amigos, la suegra, las novias presentes y pasadas del marido de Frances, el camarada Johnny, un concienciado comunista que vive de los sueños. Todos maduran mientras asisten progresivamente a la desilusión europea en los ideales comunistas, a la plaga del sida en África o la consolidación de regímenes corruptos como el Zimbabue de Mugabe, que la autora disfraza bajo los nombres de Zimlian y Mugonzi, respectivamente. Lessing nunca ha tenido reparos a la hora de renunciar a corrientes ideológicas que defendió en algún momento de su vida. Lo vuelve a hacer con efectividad en The sweetest dreams.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.