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Reportaje:ARQUITECTURA

Los caminos de Roma

Terminó la fiesta, los peregrinos ya se fueron y Roma ha recobrado su convulsa vida habitual. Cuando los veinticuatro millones de viajeros del Jubileo han regresado a sus países, encontramos una ciudad con muchas fachadas restauradas, con unos transportes públicos que funcionan mejor y más limpia. Hasta su color está cambiando, de los naranjas, amarillos y ocres a los colores pastel que alguna vez tuvo. Pero más allá de estas apreciaciones superficiales, ¿cuáles son las claves del desarrollo urbano y arquitectónico de la ciudad?, ¿conseguirá despertar 'la Bella Durmiente', como la llamaba su ex alcalde Rutelli?

Por lo pronto ya está redactado, aunque aún no aprobado, un nuevo plan regulador. Toda una proeza teniendo en cuenta que el último data de 1962. Y su visión de la ciudad es inédita: Roma no necesita crecer, sino mejorar su estructura. Y para ello propone tres estrategias complementarias: proteger el medio ambiente, consolidar el tejido urbano y mejorar los transportes. También delimita cinco zonas de actuación preferente en las murallas, el anillo ferroviario, el río Tíber, la Via Appia y el eje que atraviesa la ciudad entre la Villa Olímpica y la EUR (barrio de la Esposizione Universale di Roma, de finales de los años treinta). Un ambicioso programa para el término municipal más extenso de Italia y culturalmente más denso del mundo.

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Algunas actuaciones se han acometido ya, entre las cuales el programa Cento piazze, de diseño y adecuación de numerosos espacios públicos, como las plazas de Mastai, del Popolo, Madonna dei Monti y Monte Citorio o el sugestivo paseo entre el Panteón y la Fontana de Trevi, en el centro histórico; y la Piazza-Parco Fidene, el Largo Petazzoni al Quadraro, o la Piazza Piaggio al Villaggio Breda, en la periferia. El proceso de renovación arquitectónica ha comenzado en el corazón de la ciudad. Sobre la colina sagrada del Capitolio, en la que Miguel Ángel diseñó el espacio más emblemático de Roma, se han renovado los Museos Capitolinos, según el proyecto de Carlo Aymonino.

La ordenación del Jardín Romano, el patio interno, que alberga la estatua de Marco Aurelio y la nueva panorámica sobre los foros han transformado este conjunto. Sobre la colina del Quirinale, frente al Palacio Presidencial, Gae Aulenti ha rehabilitado como espacios de exposición las Caballerizas del Quirinale; proporcionando una extraordinaria vista de Roma a través de su escalera exterior de vidrio. Finalmente, el arduo trabajo del complejo museístico del Ara Pacis, obra de Richard Meier, creará un nuevo contenedor para uno de los monumentos romanos más significativos y es el primer paso para la reestructuración de toda el área. El edificio se articula mediante una loggia de vidrio y genera un paseo peatonal que conecta el Ara Pacis con el Mausoleo de Augusto, extendiéndose hasta las orillas del Tíber.

Pero no todo en Roma son monumentos de la antigüedad. En actuaciones como la llevada a cabo en la central eléctrica Montemartini, en Ostiense, las esculturas clásicas conviven con máquinas y turbinas. Los amplios espacios de esta construcción de principios del siglo XX se transformaron en centro expositivo con el fin de evitar que los trabajos en los Museos Capitolinos dejaran las obras en depósito demasiado tiempo. Esta instalación, en principio temporal, es ahora una de las muestras permanentes más visitadas. Otra actuación importante de recuperación de arquitectura reciente es la Galería Municipal de Arte Moderno, alojada en la antigua fábrica de cerveza Peroni. El equipo francés de Odile Decq prevé salas de exposición alrededor de un auditorio, creando un espacio polifuncional iluminado cenitalmente que se prolonga en la cubierta del edificio, con una terraza abierta a la ciudad. Asimismo está prevista la creación de una ciudad de las ciencias en el Gasómetro, siguiendo el modelo parisiense del parque de La Villette.

El espectáculo de la arqui

tectura en Roma ha cambiado de referentes. Si antes los anuncios publicitarios utilizaban de fondo el Coliseo o los Foros Romanos, ahora emplean los nuevos proyectos, lo cual resulta inaudito en una ciudad que acumula toda la historia de la arquitectura occidental. Esto es en gran medida resultado de la política de creación de grandes infraestructuras culturales a través de concursos internacionales, promovidos por la Oficina de Concursos del Ayuntamiento de Roma. Museos, centros culturales o puentes sobre el Tíber componen esta nueva red de arquitecturas hoy en marcha desde el centro a la periferia.

El proyecto ganador del concurso internacional para el Nuevo Palacio de Congresos en la EUR es de Massimiliano Fuksas. Su edificio será un contenedor monolítico, con un volumen que evoca una nube en su interior. La construcción del auditorio de Renzo Piano avanza lentamente, pero ya se distinguen los grandes escarabajos de las salas y se adivina el espacio central abierto para conciertos al aire libre. Su materialización ha tropezado con innumerables problemas, entre otros el descubrimiento de una villa romana que obligó a modificar el proyecto original. La obras, reanudadas y suspendidas varias veces, está previsto que finalicen en 2002.

Fruto también de un concurso internacional, el nuevo Centro de Arte Contemporáneo será de Zaha Hadid, cuyo proyecto se aleja de la idea de museo estático con expresivos volúmenes de hormigón y vidrio. Y el concurso para la ampliación de la Galería Nacional de Arte Moderno, donde vencieron los suizos Diener y Diener, prevé la restauración de las fachadas con una atractiva solución de vitrinas.

Por último, en la periferia se alcanzan a ver ya los muros cóncavos de la Iglesia del 2000, de Richard Meier, que no llegó a tiempo para el Jubileo, pero será pronto un templo más en la ciudad de las quinientas iglesias. El edificio va desplegando sus grandes velas para crear unos espacios tamizados por la luz que resbala sobre ellas.

Hoy parece cobrar actuali

dad la profética frase que la escritora Marguerite Yourcenar puso en labios de Adriano: 'Roma ya no está en Roma. Tendrá que perecer o igualarse en adelante a la mitad del mundo'. Esta ciudad única y eterna, especie de museo habitado, parece salir de su letargo para adaptarse al futuro a través de los grandes proyectos y de las pequeñas intervenciones sobre lo existente.

La primera vía le permite entrar en el circuito internacional de la arquitectura, mientras la segunda intenta contrarrestar las disfunciones producidas por la excesiva densificación y terciarización del centro, y la falta de equipamientos en la periferia. Algunos visitantes echarán de menos su somnolienta decadencia, pero los casi tres millones de ciudadanos romanos están empezando a dejar de tener sólo pasado para vivir el presente e imaginar el futuro. La nave ha comenzado a moverse, lo cual no es poco tras décadas de permanencia en dique seco. La pregunta es: ¿Llegará a buen puerto?

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