El avance tecnológico obliga a revisar las listas de productos con uso civil y militar
Los gobiernos controlan bajo lupa la exportación de materiales y bienes sensibles al doble uso por terceros.
La videoconsola Sony PlayStation 2 es un juguete. O un instrumento que afina la puntería de los misiles. Usa un chip de 6.200 millones de operaciones por segundo que puede tener aplicaciones militares. Irak fue acusado de haber comprado varios miles de unidades. Es, en la jerga administrativa, un producto de doble uso, un concepto que nació con la Guerra Fría y que obliga a limitar las exportaciones a ciertos países. Ahora, afecta a nuevos enemigos y la evolución tecnológica exige la continua revisión de las listas de productos de doble uso.
Es la rebelión de la tecnología. Teléfonos móviles, pecés, biotecnología, electrónica, cámaras, sistemas de navegación y criptografía, microprocesadores y aplicaciones informáticas pueden hacer la vida más fácil. O empeorarla si caen en malas manos. Son parte de una cambiante lista de ingenios con aplicación civil y militar que, en manos de grupos terroristas, narcotraficantes o países beligerantes, ayudan a cometer acciones criminales. Un simple teléfono móvil puede activar una bomba a distancia.
Numerosos gobiernos, con el de Estados Unidos a la cabeza, regulan minuciosamente la exportación de productos de doble uso. Afganistán, Irak o Corea del Norte son algunos de sus clientes no gratos. Las medidas afectan a los países aliados: tampoco pueden reexportarlos. Para comerciar con ciertos países es necesario obtener el visto bueno de la autoridad administrativa correspondiente. En Estados Unidos se encarga la oficina de exportación de la Administración; la Subdirección General de Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso, en España.
Wassenaar, una organización de 33 países, basa el control de exportaciones de ordenadores y procesadores en el estándar Mtops (millones de operaciones teóricas por segundo). Traficar con productos de doble uso está penalizado. En 1988, se descubrió que una filial de Toshiba vendió ilegalmente a la Unión Soviética material capaz de silenciar los motores de los submarinos. Estados Unidos la castigó con tres años de ausencia del mercado y la pérdida de un contrato con el Pentágono de 100 millones de dólares. Otras condenas llegan a los 10 años en prisión y elevadas multas.
El caso más reciente: la compañía tejana InfoCom es sospechosa de exportar ilegalmente equipos informáticos a Libia y Siria.
'Las listas están en revisión continua para introducir o eliminar los productos o tecnologías que por sus características así lo aconseje', explica Ramón Muro, subdirector general de Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso. El control de los países de destino es discreción nacional, añade. 'En España, el control se efectúa erga omnes [para todos]'.
La industria, perjudicada
Hace 20 años, los superordenadores tenían centenares de Mtops. El avión de combate F-22 se diseñó con un equipo Cray de 958 Mtops; cuatro veces menos que un Pentium. Los controles perjudican, sobre todo, a la industria. Gran parte de los equipos informáticos superan con creces las diferentes limitaciones. El Center for Strategic and International Studies alega en su defensa que pesa más la experiencia y el uso de programas complejos para crear armas sofisticadas que contar con un ordenador potente.
Internet ha introducido una nueva variable: la informática distribuida. Se pueden conectar cientos de equipos que no pasen del límite y que, al trabajar juntos, tengan las prestaciones de un superordenador. El pasado 7 de septiembre, el Senado de Estados Unidos votó a favor de cambiar la legislación. Ha eliminado el control de equipos comercializados masivamente pero da poder al presidente para bloquear las exportaciones que puedan amenazar la seguridad nacional.
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