_
_
_
_

'Aún no sabemos cómo piensa el terrorista musulmán'

Francisco Peregil

El lunes, a las nueve de la noche, un profesor de Historia Moderna de la Universidad de Oxford, 46 años, calcetines blancos, gabardina oscura, barba roja, cuerpo enjuto, libreta blanca y bolígrafo en mano, deambulaba, acompañado de intérprete, por la madrileña plaza de Lavapiés, entre camareros, pequeños traficantes de droga, pensionistas, estudiantes... '¿Cómo se llama usted?' '¿A qué se dedica?' '¿Cree que España ha de apoyar a Estados Unidos?'

Parecía un detective a la vieja usanza, con un gran rompecabezas que resolver, un móvil por desentrañar. De hecho, la imagen no va descaminada. Si algo caracteriza al analista político Timothy Garton Ash son sus métodos para resolver el rompecabezas de la ampliación de Europa, una mezcla entre el rigor y la paciencia de los mejores historiadores, más el trabajo a pie de obra de los reporteros más ágiles.

Un ataque así en Europa no habría provocado tanta solidaridad entre los propios países europeos
Más información
El FBI halla un documento con instrucciones para la última noche de los secuestradores

Eso en gran parte ha hecho que ahora sean los propios jefes de Gobierno -George Bush en mayo y el propio José María Aznar ayer en La Moncloa a las cinco de la tarde- quienes reclamen su presencia y le interroguen sobre diversos temas de actualidad. Mientras tanto, él no deja de lanzar preguntas a políticos, periodistas, camareros, albañiles, profesores... en busca de pistas para resolver el rompecabezas.

Garton ha aprovechado su viaje de tres semanas por siete países europeos, programado antes del 11 de septiembre, para sacar una 'instantánea' de lo que se piensa en Europa sobre el conflicto.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Anoche, después de entrevistarse con Aznar, pronunció una conferencia en Madrid bajo el título La orquesta europea, invitado por la Fundación por la Modernización de España. Pero el tema por el que políticos, periodistas y lectores de sus libros ( entre ellos El expediente y La historia del presente, ambos en la editorial Tusquets) le preguntan ahora constantemente por el nuevo orden mundial a raíz del atentado del 11 de septiembre.

Pregunta. ¿Cómo han ido evolucionando sus impresiones desde el 11 de septiembre?

Respuesta. Mi primera reacción, como la de casi todo el mundo, fue de incredulidad. Todo era como un videojuego. Después vino un periodo de dos o tres días en que, aunque intentaba escribir artículos moderados, abogando por una coalición internacional grande, me imaginaba en el piso 100 o haciendo mi última llamada en el móvil. Hay pocas veces en la historia en que tanta gente en el mundo viva al mismo tiempo el mismo drama preguntándose cómo sería ir en aquel avión, estar en aquel piso. Después, miras el teléfono en el avión al desconectarlo pensando que a lo mejor lo vas a conectar otra vez. Pero ya pienso que ahora se viaja incluso más tranquilo que el 11 de septiembre. Y finalmente, concluyes que esto ha cambiado el mundo.

P. ¿Por qué?

R. Porque ha cambiado a América. América era el planeta América. Ellos se sentían plenamente seguros en su país. Ahora, incluso mis amigos más liberales y demócratas están llenos de ira. Sus relaciones con el mundo han cambiado. Y su orden de prioridades, también. Por ejemplo, yo voy a ir a Macedonia la semana que viene. Hasta hace poco una de las prioridades de los americanos era impedir que Macedonia volviera a caer en la guerra civil. Y ahora, si alguien quiere evitar la guerra allí debemos ser nosotros, los propios europeos.

P. ¿Estamos preparados?

R. Por supuesto que no.

P. ¿Qué debería hacer Europa?

R. Antes que nada, enviar a más gente allí: diplomáticos, periodistas, consejeros... En segundo lugar, tenemos que saber qué es posible y qué es imposible. No podemos pretender que Macedonia sea un estado unitario como el resto de la Unión Europea porque está profundamente dividido entre albaneses y eslavos, con lo cual, el modelo más factible es el de Bélgica: en el oeste deberían estar los albaneses con una autonomía muy fuerte, en el este los eslavos y en Scope, que es la capital, sería algo así como Bruselas, compartida entre albaneses y eslavos.

Es curioso que algo que ocurre a cinco mil millas de aquí cambia nuestra vida. Y algo que ocurre a 500 millas de aquí no cambia nada. ¿Se imagina un ataque terrorista como ése en los Campos Elíseos, o en la Casa de los Comunes o en el parlamento alemán? ¿Cree que habría alcanzado el grado de solidaridad en otros países de Europa como la que se ha alcanzado en respuesta a lo de Nueva York? No, claro que no.

P. ¿A qué se debe eso?

R. América es parte de todos nosotros: la música, las películas, la televisión. Todo el mundo en Europa o ha estado en Nueva York o quiere ir a Nueva York. Y ésta es una de las dificultades más grande para construir Europa.

P. ¿Hasta qué punto cree que Estados Unidos puede presionar a Ariel Sharon para implantar la paz en Palestina?

R. El nivel de influencia de Estados Unidos sobre Israel es muy grande. Pero eso no significa que pueda traer la paz. No es algo tan sencillo. De hecho, se alcanzó un acuerdo, y acabó siendo rechazado por Arafat. De ahí se deriva una pregunta complementaria: ¿Cuánto puede influir Estados Unidos sobre Arafat? A eso se le añade un problema que en parte tiene su origen en la intervención de Kosovo. Los kosovares desde el 90 al 97 ejercieron una resistencia pasiva al estilo de Ghandi. Y fueron absolutamente ignorados por occidente. Mientras que cuando el ELK comienza su campaña de atentados terrorista, es cuando el oeste toma nota y ellos acaban obteniendo la autonomía de Kosovo. Con lo cual el terrorista islámico, si ve que Estados Unidos presiona a Sharon, puede obtener la impresión de que ése es el camino.

P. ¿Qué posición debería adoptar Europa respecto a Estados Unidos? ¿Seguir el modelo de Gran Bretaña o el de Alemania?

R. Es necesaria una solidaridad absoluta con Estados Unidos. Y al mismo tiempo hay que evitar que las represalias abarquen más de lo que deban. Las diferencias entre Gran Bretaña y Alemania no son tan grandes. Coinciden en lo esencial. Además, debo decir que en mayo Bush me invitó para que le preparase un informe sobre la Unión Europea, con objeto de su primer viaje a Europa. Y eso me dio pie a conocer a la gente que ahora le rodea. Son, por lo general, bastante cautos y reflexivos, con una larga experiencia a la hora de trabajar dentro de coaliciones. Aprendieron todo sobre alianzas durante la guerra fría. Y continuaron aprendiendo con la guerra del Golfo.

P. ¿Qué consejo daría a los periodistas destinados ahora en Pakistán?

R. Lleva meses y años hacer una inmersión en un país, conocer a su gente, antes de que puedas escribir acerca de ese país. Con lo cual, el primer consejo mío sería: 'Tendríais que haber ido hace un año'. Lo que vamos a ver es la típica cobertura informativa de una guerra, con todos los tópicos y las imágenes un tanto gastadas, hechas por los corresponsales de guerra que van allí como paracaidistas. Lo que no he visto todavía entre las toneladas de artículos que se han escrito es uno que explique qué hay en la mente de un joven de unos treinta años de Arabia Saudí, que estudia en Hamburgo, que viaja por Estados Unidos, que se instala en Ohio, y que acaba asaltando un avión y estrellándolo contra las Torres Gemelas. No se trata de comprender Afganistán, se trata de comprender ese fenómeno del terrorismo, que nadie ha logrado explicarlo, tal vez porque es demasiado peligroso meterse dentro. Partiendo de la base de que el terrorismo es deplorable en todas partes, yo puedo comprender, sólo comprender, el razonamiento lógico, la meta que persigue un miembro del IRA o de ETA. Pero el señor Atta, ¿qué objetivo político buscaba?

P. Pero entender el objetivo polítco de ETA no ha servido para que abandone las armas.

R. En el caso del IRA, los estudios que se han hecho para ver la extración social de los terroristas, que provienen en su mayor parte de familias pobres, han servido para que el estado atendiera esos problemas y haya ido secando el pantano de donde bebe el terrorismo. Hay que tener cuidado con no hacer una división entre un terrorismo racional que sería el de ETA y el IRA y uno demente que sería el de Bin Laden. Porque eso no ayuda a solucionar nada. El de Bin Laden también tiene su lógica interna, una lógica que se nos escapa y desconocemos. Y ésa es la aportación que el escritor o el periodista puede hacer en este conflicto: mostrar la lógica interna.

Timothy Garton Ash, en una imagen de archivo.
Timothy Garton Ash, en una imagen de archivo.JERRY BAUER

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_