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Una vieja aspiración

La concienciación ciudadana sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente ha hecho que los días sin coche gocen de más popularidad y seguimiento en los últimos años. Pero no se trata ni mucho menos de una experiencia nueva.

Lo que sí ha cambiado es su motivación. Al principio comenzaron a celebrarse para limitar el consumo de gasolina. De hecho, fue en 1974, durante la primera crisis mundial del petróleo, cuando por primera vez distintos gobiernos europeos prohibieron el tráfico motorizado los domingos.

Por aquella época, el único seguimiento que se hacía en España de este tipo de iniciativas era a través del Noticiario Documental (NODO), que mostraba las impactantes imágenes de capitales como Amsterdam desiertas de coches.

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Concienciados, pero calados

En España, sin embargo, aquel año aumentó el consumo de petróleo, ya que el régimen franquista, entonces bastante debilitado, no se atrevía a imponer restricciones en el uso de combustibles para evitar el descontento de la población.

Después de aquel episodio puntual, no se recuperaron las jornadas sin coche hasta mediados de los años ochenta, esta vez ya por iniciativa de las asociaciones ecologistas.

El 20 de septiembre de 1987, que cayó en domingo, se celebró, auspiciado por la entonces Comunidad Europea, un Domingo sin Coches, que en España fue seguido principalmente en Madrid y Barcelona, donde las asociaciones ecologistas tenían ya bastante peso.

Pero tampoco esta vez hubo continuidad. En 1999, más de una década después de esta jornada, Francia e Italia volvieron a convocar una jornada sin coches, con tal éxito de seguimiento que para el año siguiente, la Unión Europea se hizo con el patrocinio de la iniciativa. En 2000, varias capitales andaluzas secundaron la convocatoria Un día sin mi coche, pero este tipo de propuestas siguen sin contentar del todo incluso a sus mismos defensores, las organizaciones y partidos ecologistas, que consideran que hay que impulsar medidas de más continuidad.

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