Candidatas
José María Álvarez del Manzano, al parecer, ha acogido con serenidad y buenos modos la posibilidad de una candidata del PP a la alcaldía de Madrid para las próximas elecciones municipales. Veremos si esa serenidad se mantiene o si tendremos que dar la razón a Voltaire: 'Mal obedecen los labios cuando murmura el corazón'.
La redundancia nominal de la posible candidata, Mercedes de la Merced, augura otra redundancia política en la acción del siguiente gobierno de la Casa de la Villa: caos, especulación, rezos callejeros y la bandera del peor gusto para todo. Aunque la buena noticia es que la derecha madrileña discute de nombres y lo hace públicamente. No pienso votarles, pero me parece muy bien que saquen sus bazas.
En las filas socialistas obreras -¡ay, las mías!-, en cambio, pueden empezar, dicen, a sacar nombres para el ¡otoño de 2002!; exactamente para cuando todo el pescado ya esté vendido. A lo mejor los están peinando (a los candidatos, digo). Me temo, no obstante, que las razones de ese mutismo tienen explicaciones severas: escasez política, tedio paralizante y falta de ambición; cuando no fatalismo y comodidad. Acaso Borges ya cavilaba esta asombrosa situación: 'Es fama entre los etíopes que los monos deliberadamente no hablan para que no les obliguen a trabajar'. Rodríguez Zapatero insiste en llevar el debate socialista a la calle o recogerlo de ella. Con esa indicación, aporto dos nombres de primerísima categoría que podrían encabezar la próxima candidatura del PSOE al Ayuntamiento: Cristina Narbona y Joaquín Leguina. Sacados de nuestro mejor catálogo, que, por cierto y para el menester que nos ocupa, no es muy grueso.
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