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'Ha sido un ataque de vulgares bárbaros contra la sociedad civilizada de todo el mundo'

Samuel P. Huntington, profesor de Política de Harvard, que adquirió fama mundial por su libro El choque de civilizaciones, traducido a 26 idiomas, pide, en una entrevista con el semanario alemán Die Zeit, una coalición contra el terror que incluya también a los países islámicos.

Pregunta. ¿Empieza con la matanza de Nueva York aquella 'lucha entre culturas' que usted predijo en su obra?

Respuesta. El golpe fue en primer lugar un ataque de vulgares bárbaros contra la sociedad civilizada de todo el mundo, contra la civilización como tal. Todas las personas decentes de todo el mundo lo han condenado con vehemencia. Segundo: es importante que no sea este crimen lo que precisamente ahora vaya a desencadenar la lucha entre culturas. El factor clave es la posición de los gobiernos y los pueblos islámicos ante el terrorismo. Hasta ahora muchos de estos países han dado testimonio de horror y de compasión con Estados Unidos. Pero en otros sitios, en la calle, el ataque se celebró con entusiasmo.

P. Por tanto, el choque de las civilizaciones, ¿no?

R. No, el mundo islámico está escindido. Que se impida la auténtica colisión depende de si los países islámicos colaboran o no con Estados Unidos en la lucha contra este terror.

P. ¿A qué blanco apuntaba el terror?

R. A los símbolos de Estados Unidos: el World Trade Center, como símbolo del capitalismo, y el Pentágono, como símbolo del poderío militar estadounidense.

P. ¿Qué atacaron los terroristas, un país o una cultura?

R. Ambas cosas. Ven Estados Unidos como la encarnación de una civilización occidental odiosa y, al mismo tiempo, como el país más poderoso de la Tierra.

P. Usted es un experto en estrategia. ¿Cuál es la estrategia de rechazo adecuada?

R. Este enemigo es tan difícil de combatir porque no se puede localizar. Son mucha gente que trabaja en muchos países y en pequeñas células. Sin duda ya preparan el próximo golpe. Por tanto, el primer mandamiento es la labor de los servicios secretos, lo que a su vez significa que los servicios secretos de Estados Unidos tienen que preocuparse mucho más que hasta ahora de la inteligencia humana, de escudriñar sobre el terreno. En segundo lugar, hay que reforzar decididamente la cooperación con los servicios de otros países. Ahora, precisamente con Pakistán, que hasta el momento ha sido uno de los más importantes colaboradores de los talibán de Afganistán. Es cuestión de principios: el trabajo de los servicios de espionaje debe ser proactivo.

P. ¿Eso significa...?

R. En las sociedades abiertas, como la americana y la europea, defenderse es tan difícil porque infiltrarse en estos países, tener acceso y organizar crímenes así es muy fácil. En Estados Unidos a nadie se le había ocurrido nunca que alguien fuera a destruir un rascacielos con un avión. Por tanto, el segundo mandamiento es actuar de manera preventiva.

P. La estrategia es el arte de debilitar al enemigo, de desbaratar sus propósitos y quebrar su voluntad.

R. Yo no veo cómo se puede cambiar la actitud y el comportamiento de gente que no teme a la muerte.

P. ¿Entonces cómo se combate a enemigos a los que no hace mella el clásico procedimiento de la intimidación?

R. Hay que actuar de manera ofensiva, infiltrarse en estos grupos e inutilizarlos para la lucha. Pero en el fondo queda el problema de que el terror está organizado en parte por Estados, pero en parte también por pequeños grupos que se benefician de la globalización, es decir, de la difusión y del abaratamiento de la tecnología y la comunicación. Además, éste es un mundo en que prosperan diversas formas de fanatismo puro, también del religioso.

(Traducción de Carmen Seco). © Die Zeit

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