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Gran Premio de Italia de Fórmula 1 | AUTOMOVILISMO
Columna
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Baile latino

Cuando se llega a estas alturas del campeonato, y más si todo está ya decidido, las carreras acostumbran a ser anticipos de la temporada siguiente. Este año, sin embargo, la eclosión de los Williams-BMW se produjo muy temprano, como el declive de los McLaren-Mercedes. Sólo faltaba que el piloto más rápido del año entrara en el reducido club de los ganadores de un Gran Premio. Ocurre muchas veces que estos tipos con talento son víctimas de una maldición por la que les está vedada la gloria. Juan Pablo Montoya hizo ayer una carrera impecable y ganó en una de las catedrales del automovilismo.

De buen seguro, el colombiano debió de pensar en Alex Zanardi, víctima de un terrible accidente el sábado, que, al igual que él, dominó el campeonato norteamericano CART y dispuso de un volante en la fórmula 1 en la escudería de Frank Williams. Fue hace dos temporadas, y fracasó.

Con Montoya, el pequeño de los Schumacher y el brasileño Barrichello se formó ayer un podio insólito. Más insólito aún es que detrás de los dos Williams y los dos Ferrari apareciera Pedro Martínez de la Rosa y su Jaguar. El equipo británico llevaba ya unas cuantas carreras mostrando una gran mejora, pero seguía sin conseguir resultados. Al final, la apuesta del viejo zorro Niki Luda por el español está dando frutos.

No era normal que un equipo que cuando todavía se llamaba Stewart ya había conseguido ganar un Gran Premio fuera incapaz de levantar el vuelo con todo el potencial y la experiencia de Ford detrás. Tampoco era normal que un piloto que había ganado todo aquello en lo que participaba antes de sentarse en un fórmula 1 fuera cayendo poco a poco en una especie de anemia. Tal vez De la Rosa no llegue a ser campeón del mundo, pero parece seguro que dará más de una alegría a los aficionados españoles, que ayer, probablemente, se sintieron todos un poco colombianos.

Confirmado que Marc Gené sigue un año más como piloto probador en el equipo de moda; que Fernando Alonso seguirá aprendiendo en el purgatorio Minardi, aunque tal vez con un coche algo mejor para la próxima temporada, si se cumple lo expuesto al principio, el catalán de Jaguar puede ser uno de los pilotos que brillen el año próximo por detrás del inalcanzable grupo de los Ferrari y los Williams.

El mercado de pilotos no parece muy activo, excepción hecha de la todavía poco creíble retirada de Mika Hakkinen, de los los viejos veteranos que luchan por mantener un volante (Alesi y Frentzen, por ejemplo) y los dos novatos que debutaron ayer. Alex Yoong y Thomas Enge, representan a nacionalidades inéditas en la fórmula 1 y, entre otras cosas, aportan dinero de fuentes nuevas: el checo Engue, nada menos que de Coca-Cola, cuya entrada con fuerza marcaría realmente el final de la presencia de las tabaqueras. La presencia del malaisio, por su parte, además de inyectar preciosos fondos a Minardi y los motores Asiatech, es el lógico colofón a la presencia cada vez mayor de la industria automovilística asiática, y no sólo japonesa, en el deporte del motor.

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