Su padre hipotecó su casa para financiar sus primeras carreras
El año de su debut, Juan Pablo Montoya ha revolucionado la fórmula 1. Lo mismo ocurrió con el canadiense Jacques Villeneuve, que concluyó segundo en 1996, su primer año, y campeón en 1997. El colombiano no ha llegado tan lejos. Pero algunos pasajes de esta temporada y su primera victoria ayer en Monza realzan aún más la estela de campeón que le persigue y que le convierte en el sucesor de Ayrton Senna (fallecido en 1994) en el corazón de los suramericanos.
Montoya, que cumplirá 26 años el próximo día 20, no esconde sus cartas. Va con la cara al descubierto por los circuitos, sabiendo que su principal valor es ser rápido. Aún nadie ha olvidado el sublime momento que ofreció en Brasil, su tercera carrera en F-1, cuando con un quiebro impensable adelantó a Michael Schumacher en la tercera vuelta.
De la misma forma, demuestra su competitividad en su propia escudería y no niega su enfrentamiento personal con Ralf Schumacher, su compañero de equipo en Williams-BMW. 'No somos exactamente amigos', confía abiertamente. 'Somos pilotos y trabajamos juntos. Parece un buen chico, pero no creo que vayamos a cenar juntos muchas veces'.
En el mejor momento de su aún corto paso por la F-1, Montoya no recibió ayer la felicitación de su compañero de escudería. Pero no le importó. Ahí estaba su padre, Pablo, el hombre que había hipotecado su casa sin que su esposa lo supiera para financiar sus primeras carreras, cuando todavía era un adolescente. 'Fue el mejor regalo para mi cumpleaños', dijo el padre. 'Es una victoria más importante que las conseguidas en la F-CART, y la logra después de ser campeón en aquel campeonato'.
La carrera automovilística de Juancho, nombre con el que se conoce a Juan Pablo Montoya en Colombia, comenzó casi en su cuna. Su padre fue un corredor aficionado que tocaba el piano a cambio de que le prestaran un coche para competir. Algunos amigos aseguran que Juancho supo decir antes '¡Brrrr!' que 'mamá'.
Tenía cinco años cuando participó en su primera carrera de karts en Bogotá. Y su padre nunca lamentó haber hipotecado su casa o haber recorrido más de 600 kilómetros el día de la comunión de Juan Pablo para lograr que su hijo pudiera competir en una carrera. A los seis años era ya campeón de Colombia de karts. Y luego corrió en F-3 en 1996, y fue campeón de F-3000 en 1998.
Allí le vio Frank Williams, que le fichó como piloto de pruebas. Pero Montoya decidió enrolarse en la F-CART. Fue campeón en 1999, en su primer año. Y esta temporada fichó por Williams-BMW. Es un campeón. Y también en la F-1 sólo le vale el título.
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