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Crónica:LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ganado sin presencia, fuerza ni casta en la corrida de Valladolid

Fueron las alimañas que el taurinismo elabora para el moderno espectáculo gestaurino, que nada tiene que ver con una corrida de toros, los protagonistas de la tarde. Sin casta, sin raza, mansos, justos de presencia e inválidos pusieron a la fiesta en la cruda realidad.

Lo del pasado jueves fue un espejismo. Claro que tal como está el patio (los tendidos), los toros inválidos valen para triunfar. Se puede pasar de pedir la devolución del toro a solicitar música, dar ovaciones y conceder orejas. Tanta emoción es lo que tiene. Ejemplo: a Finito de Córdoba, en su primero, por retorcido y despegado, toma oreja. En el toro que cerró plaza, otro manso de libro, estuvo perdido y sin recursos.

Enrique Ponce realizó lo mejor del festejo al quinto de la tarde. Un manso con peligro, a base de disponibilidad, oficio y valor fue construyendo una faena meritoria, exponiendo en diversos momentos. El público se le entregó, sin duda acordándose del recital del valenciano la tarde anterior. En el primero de su lote, faena sin gracia. Más preocupado de mantener el toro de pie que de gustarse.

Joselito, aseado en el primer inválido de la tarde, brindó al público su segunda actuación. Un equivocado comienzo de faena, sentado en el estribo de la barrera, acabó con las fuerzas del torete. Apagado el toro, se apagó Joselito.

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