Botero es único
El corredor del Kelme recupera el liderato tras una contrarreloj en la que Sevilla resistió a Beloki
A Botero le dolía el pecho y tosía sin cesar; a Botero su equipo le aisló en una habitación porque no paraba de toser por la noche y nadie podía dormir a su lado; Botero, el potente, se había olvidado de escalar y no tenía nada que hacer en esta Vuelta; Botero, el mulo, no sabía manejar el cambio de marchas; Botero, el colombiano, no sabía moverse en el pelotón. Hace 48 horas, en la cima de los lagos de Covadonga, al ciclista rubio se le acumulaban los argumentos negativos. Ayer, en los 44 kilómetros que en bucle se dieron alrededor de Torrelavega, Botero, el enfermo, el aislado, el bruto y el torpe, esto es, un ciclista único, corrió tan rápido como un misil, tan veloz como un purasangre, tan potente como un Audi, tan ciclista como sólo él sabe. Corrió en una categoría aparte, llaneó, subió y bajó. Ganó la contrarreloj y recuperó de los hombros de su compañero Sevilla el maillot de líder perdido camino de los lagos.
Todo sucedió según las leyes de la física: el equipo rey de las contrarreloj se hundió y todo su inmenso peso fue como la fuerza que propulsó al Kelme. Se hundió Igor González de Galdeano, el de la salida fulgurante, recién pasados los primeros 10 kilómetros, y Botero aceleró; se hundió Beloki, más o menos al mismo tiempo que su compañero, y Sevilla sintió un empujón increíble. Plaza, no; el detallista contrarrelojista del Festina se mantuvo inmutable en su línea, siempre bien, siempre regular. Fue, de todas maneras, increíble.
José Luis Laguía, el director del Kelme, ya sudaba la víspera. 'Uff', decía, 'me va a costar trabajo convencer a Botero de que tiene que mover el cambio, subir y bajar platos y piñones, que el trazado es muy sinuoso y requiere técnica y fuerza'. 'Uff', repetía por la mañana, 'y encima está lloviendo y esto está mojado y peligroso'. Al mediodía dejó de llover, comenzó a soplar el viento y la carretera se secó; luego, para sufrimiento de Laguía, casi cardiaco, Botero movió el cambio más o menos lo justo, hundió la barbilla, sacó chepa y dio una lección de pedaleo. El ganador del Izoard en el Tour, contrarrelojeando más rápido que los reputados rodadores que le rodeaban.
Es inexplicable. Botero perdió 2m 18s respecto a Beloki en los lagos y ahora le aventaja en 55 segundos en la clasificación general. Quiere decir que le ha sacado 3m 13s. De esos 193 segundos, 108 los ha conseguido de manera normal: 22, en el prólogo salmantino, 86 ayer. Los otros 85 han sido un puro regalo: 22 llegaron gracias a su habilidad para salvar las caídas en León, y cinco en Gijón; los otros 58, de la torpeza del ONCE-Eroski, que trabajó para él forzando la fuga del jueves llegando a Torrelavega. Tanta generosidad no se puede rechazar.
Fue insólito. Sevilla, el ciclista con cara de niño, el ligero escalador, se movió en la contrarreloj como si estuviera ascendiendo el Tourmalet. No perdió ni un segundo por kilómetro con Beloki: perdió un segundo en los 44 kilómetros.
Botero pudo con todos, Sevilla aguantó a Beloki y Plaza se metió por medio. El Kelme manda en la Vuelta y el ONCE-Eroski, confirmando la tendencia apuntada desde el primer día, sigue cotizando a la baja. A la dimisión en los lagos de Olano, que ya asume, sin complejos, la condición de gregario, se unió ayer, el día de la primera contrarreloj larga, la de Igor González de Galdeano, el segundo hombre fuerte del equipo de Manolo Saiz, su mejor contrarrelojista precisamente. Ya sólo le queda Beloki, y no el mejor Beloki, sino el corredor incapaz de recuperar tiempo en su terreno frente a Sevilla, que le dejó alucinado en la montaña para hacer frente al dúo fantástico del Kelme, y no sólo al Kelme: Plaza, el mago madrileño, fino estilista en las contrarreloj, hombre de potencia en la montaña, ha entrado en el debate para desequilibrar el asunto.
Y quien necesite más aclaraciones, que espere a hoy, a ver qué pasa en el alto de la Cruz de la Demanda, el tercer día fuerte de la primera semana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.