Respuestas al terrorismo
En primer lugar desearía manifestar mi pesar al pueblo de Estados Unidos.
Se han utilizado posiblemente todos los adjetivos para manifestar el horror que el tremendo atentado terrorista nos ha producido. Independientemente de las simpatías de cada uno, cuando somos testigos y tomamos conciencia de la capacidad de destrucción del ser humano, el rechazo más absoluto predomina sobre cualquier otro sentimiento o sensación.
El hecho de ver en directo la muerte produce escalofríos y nos coloca, de forma inconsciente, en el lado de los buenos. Pésames, condolencias, reflexiones de los dirigentes mundiales, pero sobre todo dolor para tantas víctimas y sus allegados.
Sorprende a todos que el llamado mundo civilizado, seguro, rico, poderoso, sea también vulnerable y pueda padecer las consecuencias del fanatismo y la locura. Como de igual manera nos debe escandalizar que el otro mundo, al que llamamos incivilizado, carente de tantas cosas esenciales, entre ellas la libertad, esté abandonado a la suerte de los tiranos que lo manejan y que las relaciones con ellos sean para venderles material bélico y mucho odio, olvidándonos de su desarrollo social y económico.
Al tremendo horror del terrorismo y la violencia no podemos responder arrasando a ningún pueblo. La venganza no cierra heridas, sino que abre muchas más. Otra cosa es la memoria, y este 11 de septiembre de 2001 será difícil de olvidar.- Mª Ángeles Martín de Prado Cidoncha. Badajoz.
Cuando el martes 11 de septiembre estaba viendo las noticias, un escalofrío me recorrió el cuerpo, una de las Torres Gemelas estaba en llamas. Mientras nos contaban lo sucedido, un avión se estrellaba contra la segunda de las torres. Un tercer avión se incustraba en el Pentágono. Los tres edificios se desmoronaban... dejando una visión desoladora, y que ni en la más cara de las películas podríamos haber imaginado.
En mis 20 años jamás he vivido un acontecimiento con tanto dolor como el que ese día he vivido. Y eso que estoy a cientos de kilómetros. Sin embargo, todos pagaremos las consecuencias: la crisis económica que se nos presenta es inimaginable, y ya hay quien habla de tercera guerra mundial.
En cualquier caso, no puedo parar de pensar en el pánico que habrán vivido los pasajeros de los aviones secuestrados, que veían impotentes cómo se estrellaban contra sendos símbolos estadounidenses; no puedo parar de pensar en el dolor que habrá vivido el piloto de cada uno de esos aviones, que se estrellaba llevándose consigo cientos de vidas; no puedo dejar de pensar en la angustia de las personas que pedían auxilio desde las Torres Gemelas y que han visto horrorizadas cómo se caían a sus pies. No puedo parar de pensar en que la crisis económica pasará, tarde o temprano. No puedo parar de pensar en que, si Estados Unidos lo quiere así, podrá reconstruir los edificios destruidos.
No puedo parar de pensar que, sin embargo, los miles de personas que han perecido no volverán. Podremos recuperar la economía, podremos recuperar los edificios, pero no podremos recuperar esas vidas... Y lo angustioso es pensar que lo peor está por venir. Desde este medio, y desde mi más incrédula mirada, sólo puedo condenar este atentado y solidarizarme con las familias de los fallecidos, con el pueblo estadounidense y con todos los que creemos en la libertad y en la paz.- José Manuel Antoral Cuevas. Madrid.
Soy arqueóloga, de Barcelona, pero estoy viviendo en Tejas. Con gran horror viví el día 11 de septiembre los acontecimientos en Nueva York y en Washington. Aunque Tejas está muy lejos de estas ciudades, en el ambiente se siente una gran tristeza, miedo, estupor y rabia. Igualmente, con gran tristeza y horror escucho las palabras de los gobernantes de aquí y de allá y los medios de comunicación interpretando los ataques como 'una guerra contra la civilización'. Mi experiencia en Estados Unidos me ha mostrado que los habitantes de este país, en general, son muy poco abiertos a aceptar la ambivalencia, todo lo ven entérminos de blanco-negro, buenos contra malos, etcétera. Por eso el discurso sobre la guerra de los bárbaros contra la civilización cuaja entre ellos. Pero se me ponen los pelos de punta cuando oigo estas palabras en voz de algunos dirigentes europeos. El ciudadano común estadounidense vive creyendo que el resto del mundo es bárbaro y que ellos, sin embargo, han llegado a la cima de la civilizacion; por eso las palabras de los gobernantes son ahora completamente imprundentes e innecesarias. Mi profesión como arqueóloga me ha permitido conocer y estudiar muchas civilizaciones que existieron en el pasado. En el nombre de la civilización se mató a muchos indígenas en Norteamérica, se esclavizó a los negros porque eran menos civilizados. Yo pensé que el discurso de la civilización estaba anticuado, que se había resuelto a finales del siglo XIX. Lo que está pasando ahora en Estados Unidos no es una guerra contra la civilización. Quizás no tenemos las palabras adecuadas para explicar esta terrible tragedia, pero como arqueóloga me enfurece escuchar este discurso sobre la civilización.- Carmen Ruiz Martínez. Austin, Tejas (Estados Unidos).
A los postres del brutal ataque terrorista a Estados Unidos en el que han muerto tantos miles de personas inocentes me llamó muchísimo la atención el titular de su periódico del día después. En él destacan 'El mundo en vilo a la espera de las represalias de Bush'. En la página siguiente destacan también, aunque en titulares menores, 'Oleada de ira y conmoción'. Como ciudadana norteamericana y como persona sensible me ha parecido lamentable que en sus titulares de primera plana hayan dado más peso a las posibles represalias e ira de nuestro país antes que a la salvaje y desmesurada violencia que ha sufrido su pueblo. El tiempo pone a todos en su sitio y me parece que el pueblo de Estados Unidos y el Gobierno encabezado por el presidente Bush le han dado a todo el mundo una gran lección de mesura y prudencia. Su pueblo ha llorado a sus muertos en silencio, con velas y canciones, y sus autoridades han demostrado que son grandes profesionales no entrando a las especulaciones sobre el número de víctimas y demás. No quiero pensar cómo hubiesen sido las cosas si hubiesen tenido lugar en otro país del mundo.
Todavía está por ver qué consecuencias traerá todo esto, pero lo que parece seguro es que no se actuará sin mucha reflexión.- Carmen Arrúe. Salinas, Asturias.
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