_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ardoland

Cuando el párroco de Elciego vetaba el recinto parroquial para que Fernando Savater leyera el pregón de fiestas de la localidad, estaba sin duda realizando un ejercicio pastoral digno de encomio. Nada de enfrentamientos entre mis ovejas, y ese hombre divide, se dijo el pastor. Y seguro que se quedó tan ancho. Como además Savater no forma parte de su redil, y llegaba a la localidad con billete de ida y vuelta, el cura no debió ni de vestirse la sotana para tomar la decisión. Ni parpadeó. ¿Tuvo en consideración que violaba una tradición, la sacrosanta tradición tan invocada por estos lares, al negar el recinto parroquial?, ¿sopesó acaso que el pregonero Fernando Savater había sido nombrado por el Consistorio municipal?, ¿pensó en algo, aun en la nube que pasaba, al hacer uso de su arbitrio? Lo dudo. Sus fieles ovejas habían dicho que ese hombre era el lobo y ese testimonio le bastaba. Claro que sus fieles no debían de estar en el Consistorio, o si estaban no debían de mandar mucho. Y a falta de bastón, recurrieron al bonete. ¡Viva la Euskadi eterna!

Qué tranquilo se quedaría uno si de todo esto sólo concluyera que su tierra sigue siendo cañí. A propósito, quienes quieren modificar la tradición del Alarde, ¿por qué no hacen algo con Savater? Podrían vestirlo de cantinera, es un decir, y seguro que reventaban el acto. Y ya que no se usan recintos parroquiales para esos menesteres, ¿cuándo se le va a conceder el Tambor de Oro a Fernando Savater, el donostiarra universalmente más conocido? ¿O es que Donostia, la liberal, se ha vuelto también cañí en cuanto ha perdido veraneantes? Pero sigamos tranquilos con el cañerío, puesto que a uno no le molestan las castañuelas, dulzainas y chirimías, simplemente las ignora. ¡Si todo fuera eso, o sea, el ser cañí! Pero el asunto es más grave, mucho más grave.

Volvamos a la alianza entre el bastón y el bonete. Explicaba el cura de marras que el famoso pregonero sembraba la división, y aún nos queda por indagar cómo llegó a esa conclusión el sacerdote. ¿Se produjo esa iluminación en su caletre al ver una foto del noumineitiz?, ¿le da miedo el filósofo Savater, con el que al parecer no ha ido nunca a cenar?, ¿le entraron ganas de reír al oír su nombre y eso le pareció pecado?, ¿le sopló alguien que no debía consentir semejante ignominia? Pueda ser que todas esas cosas pasaran por la mente de nuestro cura, pero de lo que no me cabe duda es de que se lo sopló alguien, es decir, que si llegó a la conclusión de que el pregonero dividía, fue porque los divididos llevaban tiempo dando la monserga. Las ovejas divididas se sentían divididas, y en lugar de preguntarse si sus ovejas no serían unas pérfidas, o si no estarían en periodo de privación, el cura le echó la culpa al pregonero, que al fin y al cabo es de fuera y no va a misa.

Pero olvidémonos ya del cura, dejándole que haga lo que quiera con sus llaves, y preguntémonos por qué se sentían divididas sus ovejas. Las ovejas divididas, del PNV y EA ellas, adujeron para justificar su escándalo la señalada militancia política del noumineitiz Savater. ¡Vaya por Dios! Resulta que a nuestros representante políticos les parece un delito que los ciudadanos, un filósofo en este caso, tengan opiniones políticas y las manifiesten. Resulta que el modelo de ciudadano, que es por lo que se suele optar para esos menesteres pregoneriles, tamboriles dorados y demás, ha de ser un señor/a sin opinión y tan albo de criterio como la sonrisa de una corista. ¡Y eso en un régimen democrático, que presupone la participación política de los ciudadanos! Sabíamos que en pleno franquismo había una nómina de inocentes anatomías patológicas para esos quehaceres, pero ¡a estas alturas!

Porque, vamos a ver, ¿cuál es el delito divisor de Fernando Savater? No es ni más ni menos que su militancia a favor de una opción política que no es la de las ovejas divididas. Una opción democrática, pacífica y que, por lo tanto, no ha de constituir rémora alguna para que quien la defienda sea nombrado pregonero, cantinera o reina de las fiestas de Mayo. Decía el lehendakari Ibarretxe que ETA no puede impedir que defendamos nuestras ideas. Hombre, pues que mire un poco en su casa y que vea cómo sus correligionarios pretenden castigar a quien defiende unas distintas a las suyas. ¿Por qué será que Fernando Savater les molesta más que Josu Ternera?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_