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SÜDDEUTSCHE ZEITUNG | REVISTA DE PRENSA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Scharping como blanco

En el caso Scharping, declaró un Gerhard Schröder un tanto malhumorado el fin de semana, se está disparando con cañones que... no son adecuados. En realidad, lo que quería decir es que se están matando moscas a cañonazos. Pero el canciller no quería dar a los periodistas el ejemplo de comparar al tan viajero ministro de Defensa, Rudolf Scharping, con seres volátiles.

En este asunto tiene razón Schröder, al menos en parte. La CDU quiere enriquecer el caso Scharping revisando su anterior tráfico aéreo. La experiencia permite predecir que esto no va a llevar a nada, excepto a algunas cosas que ya se saben desde hace mucho tiempo. La primera: un político siempre está de servicio, por lo que la utilización de aviones siempre se justifica de algún modo. La segunda: a quien no le guste esto debe o abolir los políticos o limitar su disponibilidad de aviones. La tercera: dado que lo primero acarrea ciertos problemas, se lleva bastante tiempo trabajando en lo segundo, habiéndose averiguado que esto tampoco es tan fácil. Por consiguiente, hasta próximo aviso rige lo siguiente: el uso responsable de los aviones a disposición de los políticos no es una mera cuestión de normas, sino también de instinto personal para lo que es defendible.

Volvemos a Scharping y a la parte de las declaraciones del canciller en las que éste se equivoca. Si cabe hablar de disparar, hay que decir que el ministro, con absoluta falta de instinto, se ha convertido él solito en blanco. Y cada vez que habla lo deja más claro: el problema de Scharping no es el amor a la condesa Pilati, sino su amor a sí mismo.

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Múnich, 3 de septiembre

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