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Entrevista:ANDREA RICCARDI | FUNDADOR DE LA COMUNIDAD DE SAN EGIDIO

'La única salida de las religiones es educar para la paz y la convivencia'

Cosecha de 1968. Andrea Riccardi (Roma, 1950) pertenece a ella sin disimulos, en el aspecto tanto como en la vocación. Ese año de grandes efervescencias en toda Europa, él y otros estudiantes de clase media okuparon una parroquia abandonada de Trastevere, dedicada a San Egidio y la convirtieron en su centro de operaciones para ayudar a los ancianos y niños pobres de los barrios periféricos romanos.

Hoy, ese movimiento de católicos laicos agrupa a cerca de 40.000 personas en 60 países e influye muy directamente en el Vaticano. En 1986 organizó en Asís una jornada mundial de oración ecuménica que presidió Juan Pablo II. Desde entonces celebra cada año encuentros interreligiosos. Barcelona acoge desde ayer hasta mañana el decimoquinto, al que se han inscrito casi 5.000 personas.

Pregunta. Las fronteras del diálogo es el título de estas jornadas en Barcelona. ¿No hay cierta contradicción en el enunciado? ¿No son las fronteras, precisamente, un obstáculo para el diálogo?

Respuesta. Nosotros queremos decir en este encuentro que el diálogo continúa, a pesar de las fronteras. El diálogo se instala siempre en la dialéctica entre la concordia y la discordia.

P. Diálogo también entre religiones: ¿no son las religiones otro obstáculo para ese diálogo, como se demuestra en Oriente Próximo o en los Balcanes?

R. Es cierto que parece que estamos llegando a un punto de divorcio sin retorno. Pero estoy convencido de que nuestro destino no puede ser otro que la convivencia. Todos nos descubrimos plurales. España es plural, como lo es Italia, que ahora precisamente ha abierto el debate del federalismo, cosa que no había hecho nunca antes. La pureza étnica no existe. A las religiones no le queda más salida que educar para la paz y la convivencia.

P. Históricamente no parece que esa haya sido su gran vocación.

R. Está claro que no, y nuestro encuentro no tiene por objeto decir que las religiones son buenas y que la culpa es de los no creyentes. Es cierto que hay diferencias innegables en las maneras de orar y en las ideas de Dios y de la salvación. Pero Juan XXIII ya dijo: 'Busquemos lo que nos une, dejemos de lado lo que nos separa'. Todas las religiones tienen en el fondo la idea de la paz. Se trata de buscar ese encuentro, lejos del mito iluminista de las religiones unificadas, si es que lo soñamos alguna vez.

P. No obstante, con el islam este encuentro hoy por hoy parece complicado.

R. En el islam se da una relación muy fuerte entre religión y Estado. Después del Concilio Vaticano II se abrió la ilusión en el mundo católico de la apertura y se pensó que nuestros tiempos occidentales podían aplicarse a los demás. Eso ha sido una falacia. El islam ha vivido en la década de 1970 la recuperación de la identidad y el orgullo, encarnados por Jomeini, pero antes había conocido el fracaso del panarabismo nasseriano y ahora se halla en plena crisis con Israel y el mundo occidental.

P. Religiones aparte, ¿no le parece que hay una falta grave de piedad en el mundo occidental? Los inmigrantes desalojados de las plazas de nuestras ciudades, los afganos del Tampa sin encontrar acogida...

R. La piedad forma parte de la mejor tradición cristiana y creo que de todas las religiones. Y forma parte también de nuestra tradición europea en contraposición con Estados Unidos. Piedad es respeto del hombre, del individuo. Pero es verdad que episodios como los que cita demuestran que no la ejercemos como deberíamos, al margen de las políticas de inmigración que deberían ser una cuestión abordada por Europa en su conjunto.

P. Pero Europa ha construido un discurso más economicista que humanista.

R. Si me permite la paradoja: ¿aún no hemos entendido que el humanismo es también un valor económico? Los europeos hemos perdido el orgullo de ser europeos. El cardenal Martini habló una vez del orgullo de Jesús. Me chocó, porque Jesús encarna el mito del humilde de corazón... 'Sí', decía él, 'pero además tenía el orgullo de una misión que cumplir'. No quiero decir que Europa sea Jesús. Más bien al contrario: estamos asustados ante este mundo grande, y eso nos conduce a nuevos fundamentalismos.

P. La comunidad de San Egidio ha realizado teareas de mediación internacional en conflictos, tanto que le ha valido el título de la ONU de Trastevere. Mediaron entre el Frelimo y el Renamo en Mozambique, en 1992; en Argelia, en 1994. Y se ha dicho que en 1998 fueron propuestos como interlocutores de ETA.

R. Es cierto que se habló de eso. Mire, nuestra comunidad también está presente en España y especialmente en Cataluña [cuenta con dos centros, en Barcelona y Terrassa, y unos 200 voluntarios]. Pero en Europa las únicas veces en las que hemos sido llamados para mediar ha sido en Albania y en Kossovo, con un solo cometido: abrir espacios democráticos para que pudiera fructificar el diálogo.

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